Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

24.9.21

Luces Vespertinas: 12. Mi estado



Una de las cosas de más transcendencia para el hombre es el estado de vida. Elegirlo bien es el mayor acierto; cumplir sus obligaciones es la mayor perfección.

Dios, cuanto está de su parte, desea que cada uno siga el estado que más cuadre con sus propias cualidades, y donde con éstas mejor pueda servirle y perfeccionar su alma.

A unos señala el estado de perfección, de religiosos, de sacerdotes, de apóstoles. A los más señala el estado general de casados. Dentro de cada estado de éstos, a unos les convendrá una confesión religiosa u Orden, a otros otra; y a unos un casamiento, y a otros otro. Y todo esto es muy de considerar a tiempo.

- 1º. Elegir.
Si aún estás a tiempo de elegir estado, mira bien lo que eliges, y elige lo que Dios quiera de ti, que será lo más perfecto. Antes de elegir estado, haz los ejercicios de San Ignacio de Loyola.

¿Pienso qué estado voy a elegir? ¿Y lo pienso mirando a mi gusto, o mirando a la perfección y a la voluntad de Dios? ¿Busco un estado donde pueda vivir sin pecado y practicar yo bien la virtud, dado mi carácter y condiciones?

¿Que me conviene ser? ¿Sacerdote? ¿Religioso? Y, ¿de qué confesión? ¿Casado? Y cuando se me presenta la ocasión, ¿pienso si aquello me conviene a mi alma, para poder cumplir mis obligaciones y servir a Dios, o sólo busco mi placer, mi capricho, la riqueza, la ilusión, la vanidad? ¿Qué será de mí en ese estado de aquí a un año, o a dos años, a cinco, a diez...?

- 2º. Ejercer.
Si no estoy en tiempo de elegir estado, ¿qué estado tengo? ¿Qué obligaciones? ¿Qué obligaciones tengo además conmigo, con mi consorte, con mi familia? ¿Las conozco? ¿Las estudio? ¿Las sopeso? ¿Cumplo como buen esposo, buen hijo, o padre, o hermano, según lo que sea?

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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