Señor Dios mío, que a ninguno rechazas, sino que aunque haya pecado te aplacas por su penitencia con piadosa misericordia, atiende propicio a nuestros humildes ruegos e ilumina nuestros corazones, para que podamos cumplir tus mandamientos. Con este fin te rogamos también que nos ayudes a perseverar en la fe hasta el final de los días de nuestro destierro en esta tierra.
Te lo pido por Jesucristo nuestro Señor, amén.
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