- ¿Qué ventajas obtendríamos de consagrar el sábado a la Virgen María?
Incontables e inexplicables. Daremos honra y alegría a la Beatísima Trinidad, honrando a la que es Madre de Cristo, Hija de Dios Padre, Esposa del Espíritu Santo, en el día en que la crió inmaculada y le confirió inmensidad de gracias. Honraremos a nuestra querida Madre en el día en que los ángeles han cantado sus alabanzas, en el día en que ella nos ha hecho tantos favores, en el día en que nos honró con su primera aparición, alegraremos a los ángeles, auxiliaremos a las ánimas del purgatorio, haremos temblar de despecho y de rabia a los demonios del infierno, atraeremos sobre nuestras almas copiosas gracias y bendiciones, obtendremos una muerte tranquila y dichosa, y seremos llevados en sábado a la bienaventuranza. Todo esto podríamos desarrollarlo ampliamente, pero nos hemos extendido demasiado.
Si una sola Ave María constantemente rezada ha librado a muchos del pecado y del infierno, como a cada paso leemos, ¿cómo no premiará nuestra Madre querida a quien le dedica todo un día de la semana, y en él se esmera en honrarla, y en extender su culto y devoción, e inflamarse en su amor? Ella tan buena, tan piadosa, tan agradecida, ¿dejaría sin premios grandes y particulares estos constantes servicios? ¡No, Madre, Madre de mi alma! Nada dejarás sin recompensa, pues eres de la misma noble condición de tu Hijo, que por un vaso de agua promete un reino eterno. Concédeme por este pequeño trabajo, que con tanto gusto por tu amor he emprendido, el que todos cuantos lo lean, sacerdotes o seglares, hombres y mujeres, entendidos e ignorantes, todos saquen de su lectura el propósito de consagrarte el día del sábado, y adopten algunas prácticas especiales para honrarte en ese día. Y pues tú ves, dulcísima Señora, que en la jornada de mi visa "se está haciendo ya tarde y el día está declinando", acuérdate de la preciosa promesa que has hecho de llevar a la vida eterna a los que te ilustran. Hoy fiesta de tu Natividad, coloco al pie de tu santa imagen y en contacto con ella este manuscrito, terminado el mismo día, que según tus historiadores fue sábado como el de tu Concepción Inmaculada; comunícale, Señora, la luz que alumbra, la unción que conmueve, el calor que inflama para que produzca su lectura estos efectos en las almas. Y que la mía se encienda cada día más en amor tuyo, y te consagre los sábados devotamente hasta el último de mi vida, para que algún día pase por tu intercesión al sábado del eterno descanso. Así sea.
Gabino Chávez, Pbro. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com