Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

9.1.18

Oración al Inmaculado Corazón de María


¡Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, trono de las misericordias divinas a favor de los miserables pecadores. Yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos a quien el Señor a puesto todo el tesoro de sus bondades, con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido.

Vos sois mi refugio, ¡oh Madre amorosa del Verbo encarnado!, mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros:

¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!




Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llegue a mi alma: ¡oh, dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coaligadas para mi eterna perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia: ¡oh, dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso del que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos: ¡oh, dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuentas de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla, y entonces, ahora y siempre: ¡oh, dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Estas gracias espero alcanzar de Vos, oh Corazón amantísimo de mi Madre, a fin de que pueda veros y gozar de Dios en Vuestra compañía por toda la eternidad en el Cielo. Amén.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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