Virgen Carmelitana, María Santísima, que para defender a los carmelitas, tus hijos, cuando se intentaba extinguir la Sagrada Religión del Carmelo, mostrando el singular amor con que los amparas, mandaste al pontífice Honorio III los recibiese benignamente, y confirmaste su instituto, dándole por señal de que esta era tu voluntad y la de tu Hijo Jesús, castigando a los que especialmente lo contradecían. Te ruego pues, Señora, me defiendas de todos mis enemigos de alma y de cuerpo, para que con quietud y paz me emplee siempre fervoroso en el servicio de Dios, y tuyo.
Te ruego también al presente consiga lo que, por tu intercesión ante Jesucristo, especialmente te pido (dígase la gracia que se desea alcanzar). Te lo suplico, Señora de los carmelitas, humildemente diciendo:
(decir un Avemaría).
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