Letanías de nuestra señora la Virgen del Monte Carmelo:
Inspiradora del Carmelo.
El carmelo toma su nombre del Mount Carmel ("Monte Carmelo"), un lugar de recogimiento que desde tiempos antiguos era un sitio de refugio para los monjes y religiosos que buscaban y anhelaban una vida más íntima y cercana con Dios. ¿Qué mejor advocación, por lo tanto, para nuestra Santa Madre que es refugio del cristiano?
Ella no solo fue la que sostenía a los monjes de antaño en su vida ascética sino que, luego, fue la que con su intervención logró no solo hacer sobrevivir a los carmelitas y su comunidad religiosa, sino que dio impulso y vigor a su forma de vida inculcándole su carisma y dándole la prenda de su manto carmelitano, como protección segura para el tránsito a la otra vida.
Esta especial predilección se demuestra también en el destacado número de santos que en el carmelo y su entorno de carismas dieron a la Iglesia, adornándola como una rica corona de diamantes y perlas que han tenido con la orden predilecta de la Virgen su especial relación.
El carmelo es, por tanto, santidad y devoción cristiana, testigo vivo del amor de la Madre de Cristo hacia sus hijos y prueba inefable de su cariño y su preocupación por nuestra salvación eterna.
Es, por lo tanto, no solo una corriente mística que hunde sus raíces en sus primeros monjes y ermitaños que huían del mundo en aquel tan buscado "fugis mundi", sino un llamamiento y una invitación a participar a todos los creyentes en su espíritu de contemplación, caridad y oración, vistiendo su manto carmelita que la madre de Jesucristo quiso acercar y ofrecer a todo el cristiano, para que pudiéramos sentirnos acogidos, amados y valorados. Dejémonos, por tanto, cuidar por las cariñosas y maternales manos de María, Nuestra Señora del Carmelo, para pone en ella, con confianza, nuestro futuro hacia Cristo sabiendo que bajo su guía y dirección no podremos desviarnos, y que nadie mejor que ella nos puede asegurar encaminarnos a JesuCristo.
Madre nuestra carmelitana, sed nuestro escudo y defensa, acércanos a tu hijo Jesucristo, y consigue que nada en el mundo pueda jamás separarnos de Él. Así sea.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario