Durante estas vacaciones muchos serán los chavales que se inscribirán y pasarán (o habrán pasado ya) algunas semanas en campamentos de verano (o de invierno) organizados por órdenes y/u organizaciones religiosas. Los claretianos, salesianos, y muchas diócesis, organizan ese tipo de campamentos en donde, a primera vista, todo el mundo sale ganando: los chavales se distraen, a los padres se les quita un peso de encima porque así pueden tenerlos ocupados en unos meses en los cuales no hay colegio, y los organizadores se sacan un dinero, que nunca viene mal.
El problema es que, la mayoría de esos campamentos -sino todos, al menos todos los que he visto- apenas se diferenciarían de cualquier otro campamento secular organizado por cualquier asociación de lo más pintoresca. Campamentos que podrían ser aprovechados para la salvación, la catequesis, y el crecimiento espiritual de los muchachos, son la mayoría de las veces usados simplemente para fiestas, comilonas, excursiones, bailes, "ligoteos", escarceos, gamberradas y actividades parecidas con el único fin de "matar el tiempo", lo cual no está mal, pero ¿qué diferencia, entonces, un campamento organizado por unos religiosos, de otro cualquiera? En muchos de los casos, nada. No hay ninguna diferencia.
Tampoco es cuestión de que se les recluya a los jóvenes como monjes de clausura y que hagan ejercicios espirituales todo el día, no hay que ser extremista, pero cuando la única celebración religiosa que tienen en ese periodo es una misa dominical y alguna que otra oración con las comidas, es que algo no va bien. De hecho, es aún peor, porque la mayoría acuden a misa por obligación, con sus otros compañeros, y comulgan también por obligación, muchos cometiendo sacrilegio añadiendo mas graves pecados a sus pecados.
Parece que a nadie le interesa la salvación de sus almas, en aras de una aparente "modernidad", se ha pasado al otro extremo y ahora se intenta dar imagen de ser campamentos no-religiosos, convirtiéndolos a veces en campamentos anti-religiosos, donde los mismos responsables fomentan un falsa religiosidad, una religiosidad mediocre, rebajada y edulcurada. Lo peor es que con esa idea salen luego los chicos de allí. Por eso yo les llamo campamentos de donde salen echos más pecadores, en lugar de más santos.
De hecho, si ampliamos la vista veremos que algo similar ocurre con los colegios religiosos. En mis años (y tengo muchos ya) la mayoría de gente que he conocido que eran firmes anti-católicos habían estudiado, curiosamente, en colegios religiosos.
Deberíamos reflexionar cómo es que tantas personas que estudian en esos colegios acaban con un odio tan radical a la religión, ¿no debería ser al revés? ¿Qué es lo que se está haciendo mal?
Resulta paradójico que en ese tipo de colegios se les prepare tan bien para la vida civil, y se les prepare tan mal para la vida eterna. Tengo familiares que estudiaron en La Salle y precisamente allí fue donde acabaron perdiendo definitivamente la fe. Los ejemplos de profesores, monjes, hermanos y curas les convencieron de que no había un más allá, e incluso de que cuanto más pecaran, mejor. Los contactos cuasi-íntimos y relaciones de parejas entre monjes y monjas estaban a la orden del día, por no hablar de la vacía formación en religión, llena de ritos pero vacía en contenido. Por desgracia, muchas de esas personas murieron con ese ferviente odio que en sus primeros años les habían "inculcado" esos mismos "curas y monjas" a la fe católica, y que durante el resto de sus vidas no pudieron ya cambiar. Suena muy duro, pero así es.
Hace poco se celebraba una festividad en un colegio salesiano, donde forman a chicos y chicas en labores profesionales, y le pregunté a una de las personas que había acudido si enviaría allí a sus hijos. Esta persona es muy devota, y ferviente practicante, y me respondió: "¡ni loco!". Quise saber la razón, y añadió: "¡qué diferencia de estos salesianos de hoy con lo que predicaba San Juan Bosco!". Pues sí, del colegio de San Juan Bosco salieron varios muchachos santos, y el mismo San Juan Bosco buscaba, ante todo, la salvación de las almas, más aún que la salvación del cuerpo, porque aquello es infinitamente mas importante que ésto. En los colegios salesianos actuales buscan todo lo contrario, y ya sabemos que no podemos servir a dos señores: si quieren triunfar en la vida, se arriesgan con muchísima probabilidad a perder el alma. Así de claro y contundente.
Pero lo mismo que los salesianos podríamos decir de las dominicas, las teresianas, los maristas, y tantas órdenes e instituciones religiosas destinadas a la educación que acaban anteponiendo el mundo a Dios y, con ello, generando un odio exacerbado a todo lo que suene religioso. No es casualidad que los escándalos y las perversiones surjan luego de gente formada en esos colegios (tan solo realizando una simple búsqueda en Google nos hará atisbar de manera rápida la dimensión de este problema), que pareciera que saliesen de ellos como almas endemoniadas dispuestas a corromperse hasta los tuétanos con el mundo, en lugar de almas religiosas.
¿Qué está ocurriendo, pues, para que precisamente los sitios donde la fe debería divulgarse más limpiamente y lucir refulgentemente, acaben degenerando hasta tal repugnancia, y generando tanta perversión y podredumbre? Cuando sus alumnos salen tan bien formados social e intelectualmente de instituciones religiosas, ¿por qué salen tan mal formados espiritualmente? Quizá por la contraposición de siempre: el cuerpo lucha contra el alma, y el espíritu contra el cuerpo y, si se fomenta uno, será a costa irremediablemente de lo otro.
Quizá un ejemplo lo veamos en nuestras catequesis parroquiales. Los curas, al carecer de voluntarios catequistas -muchas veces porque no los quieren, o porque ellos mismos los han echado-, deciden recurrir "a quien sea" y acaban eligiendo a padres y madres de los mismos catecúmenos, que duran un par de años en su puesto (o hasta que sus hijos hagan la primera comunión) y luego no vuelven. Sé de muchos casos -porque me tocan muy directamente- en donde el cura les hace la vida imposible a las catequistas, casos en donde no quieren hombres catequistas, porque prefieren mujeres, y donde el mismo cura les incita a una enseñanza laical y pseudo-religiosa que tiene como principal objetivo el triunfo en el mundo, el éxito, el dinero y una buena posición social. Todo esto es radicalmente opuesto a la enseñanza evangélica, a lo que está en las Escrituras, pero a nadie le importa cosechar las virtudes espirituales de los niños mientras sean exitosos en el mundo material.
Con tanta pedagogía, libros de apoyo y material diverso, resulta chocante que los peores formados sean los niños que van a comulgar hoy. Estudian y aprenden la teoría, pero no la viven. Hartos los niños, hartas las madres convertidas en pseudo-catequistas, y hartos hasta los curas, no es raro que los pequeños hagan la primera comunión y no vuelvan. Y no es raro tampoco el que hagan la comunión por mero "trámite social", pero vacía de sentido y cometido.
Por fortuna, el Señor no ha puesto sobre mis espaldas ninguna responsabilidad pastoral de esa índole, porque temblaría al ver que en campamentos, colegios o catequesis, los niños en lugar de amar al Señor salen rozando el odio, con ganas de no volver jamás a pisar una iglesia, y con vistas únicamente a ser unos depredadores sociales donde lo que más interesa es conseguir sus propósitos pese a quien pese y pasando por encima de quien sea. "Eso es cosa de curas", "la religión es un rollo", "dicen mucho en sus sermones, pero ellos son los peores", se suele oír en muchísimas ocasiones. Se les forma, sí, pero no para la vida eterna, sino para "pasar el rato" en la tierra. Pero el problema no es suyo, lógicamente. El problema es de quienes los forman que, lamentablemente, tristemente, en un gran número de ocasiones suelen ser los primeros que no creen en el Cielo. Y nadie puede transmitir con convicción y energía lo que no cree.
¡De cuantas almas que el Señor les ha confiado, tendrán que responder en el día del juicio todas esas personas! ¿Alguna vez pensarán en ello? Probablemente no porque, si se dieran realmente cuenta de la dimensión de su responsabilidad, temblarían de espanto. ¿Y qué dirán en su día de juicio? "Señor, solo queríamos que fueran buenos abogados, a Ti no te servíamos, servíamos al dinero. Al dinero de sus padres". Pobres ilusos. El Señor tenga piedad de ellos, porque nadie más la tendrá. Y ni sus mismos alumnos les tendrán compasión, un gran número de ellos condenados también por su culpa.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
En lo personal también he vivido momentos desconcertantes y desalentadores en lo tocante a lo religioso y no por ello he dejado de tener FE, una cosa es la pecaminosa obra humana y otra la FE en el SEÑOR, así que nunca voy a perder mi FE por el comportamiento humano, sería una excusa sin fundamento, La FE en Cristo es mi bien más preciado, todo lo demás me da igual.
ResponderEliminarMe imagino que muchos de los chavales que hoy en día están perdidos tendrán su oportunidad de conocer a Cristo y por lo tanto de ser salvos, mientras tanto son muertos en espíritu, solo el poder y la misericordia del SEÑOR los puede salvar de la muerte segura, ojalá muchos de ellos escuchen al SEÑOR cuando llame a su puerta, ojalá.
Yo solo sé que fuera de Cristo no hay nada.
*Apocalipsis 1:8
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Amén.