Letanías de nuestra señora la Virgen del Monte Carmelo:
Liberadora de encadenados.
Cuenta el gran santo Juan Bosco, el cual durante toda su vida experimentó visiones de lo más diversas (incluso llegó a ver el infierno), que una vez pudo entablar una conversación con su madre ya fallecida. La madre y el santo, mamá Margarita y San Juan Bosco, estaban muy unidos y ella le era de una gran ayuda y apoyo, sobre todo al inicio de su magna obra con los jóvenes más pobres, los huérfanos, y los abandonados.
Juan Bosco sufrió mucho por la pérdida de su madre, pero en uno de sus sueños mas reconfortantes pudo reencontrarse con ella tras haber partido la amable señora a la casa del Padre.
San Juan Bosco le pregunta si subió inmediatamente al cielo tras partir de este mundo, y su madre le responde crípticamente con unas palabras que tienen una importancia descomunal para los cristianos, diciéndole que no había ido al Cielo inmediatamente tras dejar esta tierra. Lo que le estaba dejando entrever al santo es que había estado en el purgatorio. San Juan Bosco no le preguntó más sobre el particular, seguramente porque no lo necesitaba y lo entendió al instante. Si el espíritu de tan buena y dulce señora no llegó inmediatamente a la tierra de promisión, podemos interpretar que llegar a ella directamente no es fácil y que, la mayoría de nosotros (como hemos explicado ya aquí) deberá pasar por el purgatorio, en una estancia temporal más o menos larga según sean los defectos que carguemos con nosotros desde este mundo.
Gran valor cobran, ante ello, las promesas de la Virgen del Carmelo, asegurando que tendremos su ayuda y amparo en el más allá si confiamos en ella y portamos el vestido de su Orden. Ella es auténtica "liberadora de encadenados", que no solamente con la intercesión ante su Hijo acorta nuestra estancia, sino que se acercará a buscarnos llevando consigo las ánimas de los que la esperan, hacia el Reino de Dios. ¿Podríamos esperar, pues, los cristianos, mejor guía y abogada? Si Cristo rompió las cadenas de la muerte, ella romperá las cadenas del purgatorio para, tras salir en nuestra búsqueda, acogernos en sus amorosas manos, bajo su manto carmelitano. Que nuestra vida sea entera, por lo tanto, en agradecimiento a tan buena Madre, y a su Hijo nuestro Salvador y Señor.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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