Letanías de nuestra señora la Virgen del Monte Carmelo:
Auxiliadora en la última hora.
Dice San Claude de la Colombiere que cualquiera que lleve el escapulario de la Virgen del Carmelo se salvará, pero que si uno se propone seguir pecando, él responde: "tú preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario". Yo mismo he comprobado tal afirmación y lo he visto con mis propios ojos. Y es que no son pocos los que tienen al escapulario carmelitano como un talismán, casi como si fuese un amuleto, esperando que simplemente vistiéndolo, lograrán librarse del infierno mientras viven con total desconsideración su transición mundana, su tiempo sobre la tierra. Se engañan a sí mismos los que tal cosa hacen y morirán o convertidos y cristianos, o sin el escapulario.
Acertadamente se dice que el escapulario del carmelo es "un vestido espiritual", en efecto, su parte material sirve de poco sin la valiosa parte espiritual, esto es: llevar una vida cristiana y ser creyente. De otro modo poco o nada nos podemos beneficiar con su uso, porque no podremos alcanzar sus virtudes.
Hace unos años conocí a un señor que jamás pisaba una iglesia, siempre hablaba mal de los presbíteros y blasfemaba habitualmente. En tiempos había sido un alcohólico, y maltrataba a su mujer y a sus hijos.
Un día me sorprendió verle prendido de la camiseta interior, de tirantes, un pequeño escapulario. Le pregunté cómo él, que no era creyente, creía en el escapulario, y me asombré bastante. Él no me supo muy bien responder, simplemente me dijo que dejara aquello allí porque le agradaba llevarlo. Tal vez, en el fondo, creía en sus promesas.
Fueron pasando los años y el hombre no cambiaba de actitud. El escapulario parecía ejercer en él una cierta atracción, pero solamente desde el punto de vista material, más por llevar "un amuleto" que por cumplir las exigencias propias de todo portador de tan sublime vestido.
Años después ese señor falleció. Poco antes, había perdido la cabeza de tal forma que el pobre anciano no sabía en algunos momentos ni dónde se encontraba. Eso hizo que descuidara su ropa, y que descuidara su escapulario. El anciano murió, pero sin el escapulario de la Virgen del Carmen encima. Una vez más se cumplía de nuevo la advertencia que siglos atrás había dicho San Claude de la Colombiere y que os puse al principio: quien muera creyendo en el escapulario, llevando una vida cristiana, y bajo el amparo de la Virgen del Carmelo, se salvará. Pero quien no lleve una vida cristiana y no crea en las promesas, no se beneficiará de las mismas y, aunque trate de llevar consigo el escapulario, no morirá con él.
Una advertencia que es para todos, para nosotros también, y que nos urge a estar alerta siempre y en todo momento, no vaya a ser que, tras confiar llevando el escapulario como especiales protegidos de la Virgen, al final, en el momento crucial, nos encontremos totalmente desamparados. La recomendación de Cristo sigue, por lo tanto, totalmente vigente hoy: velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mateo 24:42). Velad.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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