Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

3.9.19

Origen de la devoción de la Hora Santa


La devoción de la Hora Santa tuvo su origen en la oración que Jesús hizo en Getsemaní, la víspera de su muerte en la noche del Jueves al Viernes Santo.

Consiste en pasar una hora entera en oración, de las once a las doce de la noche de ese día, todas las semanas.

Su institución se debe a Nuestro Señor mismo, que la pidió a su fiel sierva Santa Margarita María en estos términos:

"Todas las noches del Jueves al Viernes, te haré participante de aquella mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos... Y para acompañarme en la humilde oración que presenté entonces a mi Padre, te levantarás entre las once y las doce de la noche, y prosternada, pegando el rostro con la tierra, procurarás no solo aplacar la ira divina pidiendo la gracia para los pecadores, sino también endulzar de alguna manea la amargura que sentí por el abandono de mis Apóstoles, a quienes reprendí por no haber podido velar una hora conmigo".





ORATORIO CARMELITANO



Resulta, pues de estas palabras que la Hora Santa es una de las prácticas más queridas del Corazón de Jesús. Tiene por objeto consolarle de la ingratitud de los hombres, reparar las ofensas de los pecadores, obtener gracias particulares para los agonizantes, para las personas afligidas y en fin, excitarnos a una viva contrición.

Se puede hacer la Hora Santa delante del Santísimo Sacramento, o transportándose en espíritu al pie de un Tabernáculo, porque no se debe consolar la agonía dolorosa de Getsemaní sino también la agonía incesante, si podemos decirlo así, del Dios en la Encarnación, pues el mismo que sufrió la primera, soporta la segunda. Jesús en el Santísimo Sacramento se digna reclamar nuestro amor y nuestros consuelos, ¿quién se los rehusará?

No hay prescrita para emplear devotamente la Hora Santa ninguna meditación particular, pero las palabras de Nuestro Señor, indican que conviene meditar su dolorosa agonía, sus profundas humillaciones y su amor, pagado con tantas ingratitudes, así como implorar el perdón de nuestros pecados, y deplorar los ultrajes hechos a la Majestad divina en el transcurrir de los siglos.

Nota: El ejercicio de la Hora Santa se hace el jueves antes de la media noche, en la iglesia o en cualquier otro lugar, y puede empezarse a cualquier hora, desde el momento en que se permite rezar el oficio de Maitines del día siguiente.