Santa María, Madre y Virgen, mira a los pueblos que más sufren. Mira sobre todo al cercano y martirizado pueblo ucraniano y al pueblo ruso, consagrados a ti.
Tú eres la Reina de la paz, infunde en los corazones de las personas y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra;
un futuro lleno de cunas, no de tumbas;
un mundo de hermanos, no de muros.
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