La verdadera razón por la cual no llegas a poder meditar es ésta, ¡y no me equivoco! Comienzas la meditación agitado y lleno de ansiedad. Esto es suficiente para que nunca alcances lo que buscas, porque tu espíritu no está concentrado sobre la verdad que meditas y no hay amor en tu corazón.
Esta ansiedad es vana. No sacarás de ella más que un gran cansancio espiritual y una frialdad de alma, sobre todo a nivel afectivo. Contra ello no conozco otro remedio que éste: salir de ese estado de ansiedad. Éste es, en efecto, uno de los mayores obstáculos para la práctica religiosa y la vida de oración.
De ninguna manera quiero dispensarte de la meditación simplemente porque te parece que no sacas ningún provecho de ella. A medida que vayas haciendo vacío en ti mismo, verás cómo te irás desprendiendo de este apego, y el Señor te hará el don de la oración que tiene guardado en su diestra.
San Pío de Pietrelcina (1887-1968).
Sacerdote capuchino italiano. Se le atribuyen hechos sobrenaturales, estigmas, bilocaciones, y lectura de conciencias de los fieles que se confesaban con él.
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