Benditos son los pies de los que llegan para anunciar la paz que el mundo espera, apóstoles de Dios que Cristo envía, voceros de su voz, grito del Verbo.
De pie en la encrucijada del camino del hombre peregrino y de los pueblos, es el fuego de Dios el que los lleva como cristos vivientes a su encuentro.
Abrid, pueblos, la puerta a su llamada, la verdad y el amor son don que llevan; no temáis, pecadores, acogedlos, el perdón y la paz serán su gesto.
Gracias, Señor, que el pan de tu palabra nos llega por tu amor, pan verdadero; gracias, Señor, que el pan de vida nueva nos llega por tu amor, partido y tierno.
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