Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, mírame humildemente postrado delante de tu altar. Tuyo soy, tuyo quiero ser, y a fin de poder estar más estrechametne unido contigo, hoy me consagro voluntariamente a tu Sacratísimo Corazón.
Muchos hombres no te han conocido todavía; muchos, después de haber despreciado tus mandamientos, han renegado de ti. Ten misericordia de los unos y de los otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.
Reina, Señor, no solamente en los que siempre fieles a Ti, nunca se han separado de tu lado, sino también en los hijos pródigos que te han abandonado, y haz que vuelvan pronto a la casa paterna para que no perezcan de hambre y de miseria.
Reina también sobre los que el error mantiene engañados con falsas opiniones, o la discordia separados; condúcelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo redil y un solo pastor. Reina, finalmente, sobre todos aquellos que están sumidos en las antiguas supersticiones paganas, y no tardes en sacarlos de las tinieblas a la luz y reino de Dios.
Concede, Señor, a tu Iglesia segura y estable libertad, y a los pueblos el orden y la paz. Haz que del uno al otro polo resuene esta sola exclamación: "Alabado sea el divino Corazón, por quien hemos conseguido la salvación. A Él sea el honor y la gloria por los siglos de los siglos". Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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