Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

4.8.21

Oración a San Luis Gonzaga



Oh Luis Gonzaga, santo adornado de angélicas virtudes; yo, indigno devoto vuestro, os encomiendo especialmente la castidad de mi alma y de mi cuerpo, y os pido que por vuestra pureza angélica os dignéis encomendarme al Cordero Inmaculado, Cristo Jesús, y a su purísima Madre, Virgen de las vírgenes, guardándome de todo pecado.

No permitáis que yo manche mi alma con la menor impureza, antes bien, cuando me viereis en la tentación o en el peligro de pecar, alejad de mi corazón todos los pensamientos y afectos inmundos, todas las inclinaciones mundanas, y despertad en mí la memoria de la eternidad y de Jesús crucificado. Imprimid hondamente en mi corazón un profundo sentimiento de temor santo de Dios, y abrasadme en su divino celo, para que siendo imitador vuestro en la tierra, logre gozar de Dios en vuestra compañía en el cielo. Amén.

Padrenuestro y Avemaría.




¿De dónde procede la expresión "lluvia de rosas"?

Esta expresión fue utilizada por Santa Teresita los últimos meses de su enfermedad, para referirse a los favores y gracias que desde el Cielo deseaba obtener y derramar sobre la Tierra después de su muerte.

María del Sagrado Corazón, en las declaraciones de los Procesos, cuenta que estaban leyendo un libro de la vida de San Luis Gonzaga en el que aparecía esa expresión: "También yo" -me dijo Teresa- "después de mi muerte, haré llover Rosas". (Procesos I, 248)


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