¡Oh inefable Creador nuestro, que con los tesoros de tu sabiduría formaste tres Jerarquías de Angeles y las colocaste con orden admirable en el empíreo cielo, y distribuiste las partes de todo el universo con suma elegancia! Tú, Señor, que eres la verdadera fuente de luz y de sabiduría, y el soberano principio de todo, dígnate infundir sobre las tinieblas de mi entendmimiento el rayo de tu claridad, removiendo de mí las dos clases de tinieblas en que he nacido: el pecado, y la ignorancia. Tú, que haces elocuentes las lenguas de los infantes, instruye mi lengua e infunde en mis labios la gracia de tu bendición.
Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y abundancia para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar, y perfección al acabar.
¡Oh, Señor!, que vives y reinas, verdadero Dios y hombre, por los siglos de los siglos. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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