Para empezar, piensa en la presencia de Dios.
Oración preparatoria.
¡Señor mío y Dios mío! Creo firmísimamente que estáis aquí presente. Os amo y adoro con todo el afecto de mi pobre corazón. Os doy gracias por todos vuestros beneficios, y os pido humildemente perdón de todos mis pecados. Dadme la gracia de hacer bien esta meditación, de manera que todos mis pensamientos y afectos vayan dirigidos a vuestra mayor gloria y provecho de mi alma.
A este mismo fin acudo a Vos, Virgen Santísima, madre mía del Carmelo, y a vosotros Angeles y Santos de la Corte Celestial. Alcanzadme de Dios esta gracia.
1- Ejercicio de la memoria. - ¿Qué voy a meditar?
Lee un párrafo de las Escrituras, recuerda un punto de algún libro religioso, una máxima o una verdad. Y date cuenta de ella.
2- Ejercicio del entendimiento. - Si esto es verdad, ¿qué debo hacer?
Piensa en lo que has de hacer para ajustar tu conducta a lo que has leído o recordado. Piensa si lo has hecho hasta ahora. Y cómo el hacerlo es decoroso, útil, agradable, fácil, necesario...
3- Ejercicio de la voluntad. - Propongo hacer esto que he visto que debo hacer.
Forma aquí tus propósitos y anímate a cumplirlos. Piensa también en los obstáculos que hallarás y en los medios que te servirán para superarlos o/y enfrentarte a ellos.
4- Ejercicio de la súplica. - Pero como soy débil para cumplir los buenos propósitos, voy a pedir gracia a Dios.
Y con oraciones y afectos, pide gracia para obrar conforme a lo que has prometido. Encomiéndate a Nuestro Señor Jesucristo y reza al fin el "Alma de Cristo":
Anima Christi
Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salva me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, mundaret me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu, exaudi me:
intra tua vulnera absconde me,
ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me,
in hora mortis meae voca me,
et iube me venire ad te,
ut cum Angeles et Sanctis tuis laudem te
in saecula saeculorum. Amen.
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, purifícame.
Pasión de Cristo, confórtame.
O buen Jesús, escúchame,
dentro de tus llagas, escóndeme,
no permitas que me separe de ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme,
en la hora de mi muerte, llámame,
y mándame ir a ti
para que con tus Ángeles y tus Santos te alabe
por los siglos de los siglos. Amén.
Y a la Virgen reza el Avemaría o la Salve, y a San José o a otros santos de tu devoción.
Fin. - Reza, para terminar, la preciosa oración del Padrenuestro.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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