Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

3.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (19)



5. Por tanto, toda alma que hiciese caso de todo su saber y habilidad para tratar de unirse con la sabiduría de Dios, es en realidad sumamente ignorante delante de Dios, y quedará muy lejos de esa meta. Porque la ignorancia no sabe qué es la sabiduría, como dice San Pablo que esta sabiduría mundana le parece a Dios necedad. Porque, delante de Dios, aquellos que se tienen por inteligentes son muy ignorantes. Acerca de ellos dice el Apóstol escribiendo a los Romanos (1, 22): "Teniéndose ellos por sabios, se hicieron necios". Y sólo van teniendo sabiduría de Dios los que, como niños ignorantes, deponiendo su saber, andan con amor en su servicio. Este tipo de sabiduría la enseñó también san Pablo a los Corintios (1 Cor. 3, 18­19): "Si alguno le parece que es sabio entre vosotros, hágase ignorante para ser sabio, porque la sabiduría de este mundo es locura ante Dios". De manera que, para venir el alma a unirse con la sabiduría de Dios, antes ha de ir no sabiendo que por saber y por su parecer.

6. Y todo el poderío, señorío y libertad del mundo, comparado con la libertad y señorío del espíritu de Dios, es suma servidumbre, angustia, y cautiverio. Por tanto, el alma que se enamora de gestas esplendorosas, o de oficios deslumbrantes ante los demás, así como siguiendo a las libertades de su apetito, delante de Dios es tenido y tratado no como hijo, sino como esclavo de bajo valor y cautivo, por no haber querido tomar su santa doctrina, en la cual nos enseña que el que quisiere ser mayor se convierta en el menor, y el que quisiere ser menor sea el mayor (Lc. 22, 26). Y, por tanto, no podrá el alma llegar a la libertad verdadera del espíritu, que se alcanza en su divina unión, porque la servidumbre no puede tener ninguna participación con la libertad, la cual no puede morar en el corazón sujeto a quereres y placeres, porque este es corazón de esclavo, sino en el libre, porque es corazón de hijo. Y esta es la causa por qué Sara dijo a su marido Abraham que echase fuera a la esclava y a su hijo, diciendo que no había de ser heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre (Gn. 21, 10).

7. Y todos los deleites y sabores de la voluntad en todas las cosas del mundo, comparados con todos los deleites que es Dios, son suma pena, tormento y amargura. Y así, el que pone su corazón en ellos es tenido delante de Dios por digno de suma pena, tormento y amargura. Por ello, no podrá alcanzar los deleites del abrazo de la unión de Dios, porque se hace merecedor de la pena y la amargura.
Todas las riquezas y gloria de todo lo creado, comparado con la riqueza que es Dios, es suma pobreza y miseria. Y así, el alma que anhela poseer esa gloria mundana, o la ansía, es sumamente pobre y miserable delante de Dios, y por eso no podrá llegar a la riqueza y gloria verdadera, que es el estado de la transformación en Dios (por cuanto lo miserable y pobre notablemente dista de lo que es sumamente rico y glorioso).

8. Y, por todo lo expuesto, la Sabiduría divina, doliéndose de estos hombres mortales que se hacen feos, bajos, miserables y pobres, por amar ellos esto que estiman hermoso y rico a su parecer, del mundo, les hace una exclamación en los Proverbios (8, 4­6; 18­21), diciendo: "¡Oh varones, a vosotros doy voces, y mi voz es a los hijos de los hombres! Atended, pequeñuelos, la astucia y sagacidad; los que sois insipientes, advertid. Oíd, porque tengo que hablar de grandes cosas. Conmigo están las riquezas y la gloria, las riquezas altas y la justicia. Mejor es el fruto que hallareis en mí, que el oro y que las piedras preciosas; y mis generaciones, esto es, lo que de mí engendraréis en vuestras almas, es mejor que la plata escogida. En los caminos de la justicia ando, en medio de las sendas del juicio, para enriquecer a los que me aman y satisfacer perfectamente sus tesoros".
En lo cual la Sabiduría divina habla con todos aquellos que ponen su corazón y afición en cualquiera cosa del mundo, según habemos ya dicho. Y los llama pequeñuelos, porque se hacen semejantes a lo que aman, lo cual es pequeño. Y, por eso, les dice que tengan astucia y adviertan que ella, la Sabiduría divina, trata de cosas grandes y no de pequeñas como ellos; que las riquezas grandes y la gloria que ellos aman, con ella y en ella están, y no en donde ellos piensan; y que las excelsas riquezas y la justicia en ella moran; porque, aunque a ellos les parece que las cosas de este mundo lo son, les dice que adviertan que son mejores las suyas, diciendo que el fruto que en la Sabiduría hallarán les será mejor que el oro y que las piedras preciosas; y también que ella en las almas genera algo mejor que la plata escogida que ellos aman (Pv. 8, 19). En lo cual se entiende todo género de afición que en esta vida se puede encontrar o tener.

2.10.22

Novena dialogada a la Virgen del Rosario



Director:- Aquí estamos, Señora del Rosario, unidos ante tu altar.
Todos:- Míranos con el mismo amor de Madre con que miras a tu Hijo.
D.- Indícanos con claridad el camino para nuestra vida.
T.- Orientando cada día nuestros pasos hacia Dios.
D.- Graba en nuestros corazones el camino de las virtudes.
T.- La senda de la entrega y del amor.
D.- Ruega Tú por nuestros hermanos difuntos.
T.- Para que encuentren la felicidad eterna en la casa del Padre.
D.- Fortalece a los enfermos y consuela a los tristes.
T.- Ampara a todos los necesitados.
D.- Danos tu ayuda en los gozos, y en los momentos de dolor.
T.- Para que lleguemos, Madre, a la gloria de la Resurrección.

BREVE SILENCIO DE REFLEXIÓN Y PETICIÓN PERSONAL


Oración final:

D.- Saludemos a María con las palabras del ángel.
T.- Dios te salve, María, llena de gracia.
D.- Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo.
T.- Dios te salve, María, llena de gracia. El Señor es contigo.
D.- Bendita entre todas las mujeres y benditos los que te alaban y aman.
T.- Dios te salve, María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres.
D.- De ti nació Cristo, nuestro Dios, para redimirnos.
T.- Dios te salve, María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
D.- Santa María, Madre de Dios.
T.- Ruega por todos los cristianos.
D.- Ruega por los religiosos y sacerdotes.
T.- Ruega por toda la Iglesia.
D.- Ruega por nuestros familiares.
T.- Ruega por nuestros amigos y enemigos.
D.- Por los que no creen ni esperan ni aman a Dios.
T.- Ruega por ellos.
D.- Ruega por nosotros, pecadores.
T.- Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (18)



4. De manera que todo el ser de las criaturas, comparado con el infinito ser de Dios, nada es. Y, por tanto, el alma que pone su afición sobre una criatura, delante de Dios tambien es nada, y menos que nada porque, como hemos dicho, el amor hace igualdad y semejanza entre los amantes, y aún pone más bajo al que ama. Y, por tanto, de ninguna manera podrá esta alma unirse con el infinito ser de Dios, porque lo que no es no puede avenirse con lo que es.

Veamos algunos ejemplos en particular:

- Toda la hermosura de las criaturas, comparada con la infinita hermosura de Dios, es suma fealdad, según Salomón en los Proverbios (31, 30) dice: "Engañosa es la belleza y vana la hermosura". Y así, el alma que está aficionada a la hermosura de cualquiera criatura, delante de Dios se vuelve sumamente fea y, por tanto, no podrá esta alma fea transformarse en la hermosura que es Dios, porque la fealdad no alcanza a la hermosura.

- Y toda la gracia y donaire de las criaturas, comparada con la gracia de Dios, es suma desgracia y sumo desagrado y, por eso, el alma que se prenda de las gracias y donaire de las criaturas es sumamente desgraciada y desfavorecida delante de los ojos de Dios. Por lo tanto no puede ser capaz de la infinita gracia de Dios y de su belleza, porque lo desgraciado dista grandemente de lo que es infinitamente hermoso y colmado de gracia.

- Y toda la bondad de las criaturas del mundo, comparada con la infinita bondad de Dios, se puede llamar malicia. Porque nada hay bueno sino solo Dios (Lc. 18, 19); y por tanto, el alma que pone su corazón en los bienes del mundo, es sumamente malévola delante de Dios. Y así como la malicia no cohabita ni se entiende con la bondad, así esta tal alma no podrá unirse con Dios, el cual es suma bondad.

- Y toda la sabiduría del mundo y habilidades humanas, comparada con la sabiduría infinita de Dios, es pura y suma ignorancia, según escribe san Pablo en Corintios (1 Cor. 3, 19), diciendo: "La sabiduría de este mundo, delante de Dios es locura".


1.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (17)



CAPÍTULO 4.
En este capítulo se trata sobre lo necesario que es para el alma pasar a través de esta noche oscura del sentido, donde se mortifica el apetito, para así poder caminar hacia la unión con Dios.

1. La razón de que le sea necesario al alma, para llegar a la divina unión de Dios, pasar esta noche oscura de mortificación de apetitos y negación de los gustos en todas las cosas, es porque todas las aficiones que tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales estando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseída de la pura y sencilla luz de Dios si primero no las desecha de sí, porque no pueden convivir la luz con las tinieblas. Como dice San Juan (1, 5): "Las tinieblas no pudieron recibir la luz".

2. La razón es porque dos contrarios, según nos enseña la filosofía, no pueden habitar en un sujeto. Y porque las tinieblas, que son las afecciones en las criaturas, y la luz, que es Dios, son contrarios y ninguna semejanza ni conveniencia tienen entre sí, según a los Corintios enseña san Pablo (2 Cor. 6, 14), donde dice: "¿Que conveniencia se podrá dar entre la luz y las tinieblas?"; de aquí es que en el alma no se puede asentar la luz de la divina unión si primero no se ahuyentan las afecciones en esa alma.

3. Para que probemos mejor lo dicho, es de saber que la afición y arraigo que el alma tiene a la criatura iguala a la misma alma con esa criatura, y cuanto mayor es la afición, tanto más la iguala y hace semejante, porque el amor hace semejanza entre lo que ama y es amado. Por eso dijo David (Sal. 113, 8), hablando de los que ponían su afición en los ídolos: "Sean semejantes a ellos los que ponen su corazón en ellos". Y así, el que ama una criatura, tan bajo se queda como aquella criatura y, en alguna manera, más bajo todavía, porque el amor no sólo iguala, sino que incluso sujeta al amante a lo que ama. Y de aquí se desprende que, por el mismo caso que el alma ama algo, se hace incapaz de la pura unión de Dios y su transformación; porque mucho menos es comparable la bajeza de la criatura de la alteza del Creador, que las mismas tinieblas lo son de la luz. Esto es así ya que todas las cosas de la tierra y del cielo, comparadas con Dios, nada son, como dice Jeremías (4, 23) por estas palabras: "Miré a la tierra y estaba vacía, y ella nada era; y a los cielos, y vi que no tenían luz". Diciendo que vio la tierra vacía da a entender que todas las criaturas que estaban en ella eran nada, y que la tierra era como nada también. Y diciendo que miró a los cielos y no vio luz en ellos, se refiere a que todas las lumbreras del cielo, comparadas con Dios, son puras tinieblas. De manera que todas las criaturas en esta manera nada son, y las aficiones que tenemos hacia ellas son impedimento y privación de la transformación en Dios; así como las tinieblas nada son y menos que nada, pues son privación de la luz. Por lo tanto, como no contiene la luz el que tiene tinieblas, así no podrá contener a Dios el alma que en criaturas pone su afición; de la cual hasta que se purgue -en este mundo, o en el otro a través del purgatorio-, ni aquí podrá poseer por transformación pura de amor, ni allá por clara visión. Y para aclarar más este aspecto ya hablaremos más concretamente sobre él.


30.9.22

Beata Catalina del Carmen Caldés Socías, (1899-1936). Religiosa y mártir



La beata Catalina del Carmen Caldés Socías nació el 9 de julio de 1899 en Sa Pobla, Mallorca. Estudió en el colegio de las franciscanas y, en 1930, vistió su hábito azul, profesando al año siguiente.

En Lloseta (Mallorca) enseñó las primeras letras a los párvulos y ayudó en las tareas domésticas. En julio de 1936 formaba parte de la comunidad del barrio del Coll, en Barcelona. Se encontraba atendiendo a un enfermo cuando en la calle se proferían amenazas y griteríos anticlericales.

El día 20, ella y Sor Miquela fueron arrestadas por los milicianos, llevándolas ante el comité del barrio. Allí sufrieron malos tratos y las peores vejaciones. En una carretera de las afueras las fusilaron el día 23 por la tarde. Sin embargo Sor Catalina sobrevivió, y durante la noche acudió a buscar refugio en casa de una conocida pero la señora, para no comprometerse, prefirió prestarle los primeros auxilios en el exterior de su vivienda. Luego hizo gestiones para que fuera hospitalizada, pero sin embargo los que la recogieron en lugar de prestarle ayuda se la llevaron para rematarla. Tenía 37 años de edad.