Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

22.9.21

Luces Vespertinas: 11. Mi profesión



La perfección la ha de adquirir el hombre en el ejercicio de las obras de cada día, sobre todo en el ejercicio de su profesión.

- 1º. Elegir.
Lo primero que debo pensar (si aún estoy a tiempo y no he elegido profesión, o puedo elegir otra) es qué profesión debo elegir. Y lo mismo se dice del oficio, o sitio en que practicarlo, oficina, taller, y aún ciudad, pueblo o casa.

Debo elegir una profesión u oficio que me permita con toda libertad practicar mis obligaciones de cristiano y de hombre, y en que no tenga peligro de pecar ni condenarme. ¿Lo he hecho así? Si no lo he hecho, ¿puedo rectificar lo hecho?

Para hacer bien esta elección son muy convenientes los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Y convendría hacerlos después de tomar el grado de bachiller, y antes de elegir profesión o modo de vida.

Esto mismo debe decirse de los cargos y dignidades, como de gobernador, de alcalde, de superior de cualquier cosa, de consejero... ¿Valgo yo para ello? ¿Podré ejercerlo sin pecar?

- 2º. Ejercer.
Además tengo que examinar cómo ejerzo mi profesión. ¿Qué obligaciones y de qué importancia tengo? ¿Procuro cumplir bien con ellas como debo? ¿Estudio lo que es necesario para practicarlas bien ? ¿Soy diligente y activo, y prudente en su ejecución? ¿Abuso de mi cargo, o de mi crédito, o de la ignorancia de los demás? ¿Me dejo sobornar o seducir, o hago trampas y las oculto?

Sobre todo ciertas profesiones son muy responsables, como médicos, jueces, fiscales, magistrado, profesores, escritores, comerciantes, superiores...

En cambio el que ejerce su profesión cristianamente, con diligencia y pureza de intención, adquiere muchos méritos ante Dios y gana mucha recompensa para la otra vida.

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21.9.21

Luces Vespertinas: 10. Mis peligros



Todos tenemos peligros de pecar, de los que no podemos salir. Pero además hay otros peligros, de los que sí podemos salir. Para los primeros, cautela; para los segundos, huída.

¿Tengo yo algunos peligros especiales de pecar? ¿Son necesarios y de los que no puedo escapar? ¿Son voluntarios y de los que puedo librarme?

Peligros habituales:
¿Vivo en mala casa? ¿Vivo en mala familia? ¿Ando en malas compañías? ¿Ando en malas sociedades? ¿En malas oficinas? ¿Tengo malos amigos que me influencian negativamente? ¿Tengo malos condiscípulos? ¿Tengo malos profesores? ¿Tengo malos jefes? ¿Sufro malos compañeros?

¿Tengo que soportar malos empleos? ¿Tengo compromisos de estafas, de sobornos, de fraudes, de deshonestidad, de complicidad, de conversaciones, de peligros contra la fe y contra la libertad de mi conciencia y prácticas religiosas?

¿Tengo que soportar la política? ¿Tengo que soportar las armas, a los militares? ¿Tengo malas lecturas? ¿Sufro malas cátedras? ¿Asisto a espectáculos peligrosos? ¿A diversiones desaconsejables?

¿Puedo evitar estos peligros? Entonces, ¿qué hago para evitarlos? ¿No puedo evitarlos? Pues, ¿qué cautelas tomo y cómo me fortalezco contra esas tentaciones?

El que no tiene más remedio que vivir en peligro, tendrá gracia de Dios para librarse, si nosotros queremos; pero tendrá que vivir con mucho cuidado y una constante oración.

Es obligatorio evitar los peligros, cuando se pueda. Y quien no deja las ocasiones o se mete en ellas sin razón suficiente, a voluntad y sin necesidad, peca leve o gravemente, según sea el peligro de pecar, y de ordinario acabará realmente por pecar y depravarse.

Sobre todo son muy de evitar las ocasiones de pecados deshonestos e impuros, por el sumo peligro de caer, y las de perder la fe, por la suma importancia de esta virtud para la vida religiosa y para salvarse.

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19.9.21

Luces Vespertinas: 9. Mis vicios



Vicio es el hábito de obrar mal y la inclinación fuerte de la voluntad al pecado. Se adquiere con la repetición de actos malos. Los pecados repetidos engendran el vicio. Fácilmente se cae en el vicio, pero difícilmente se sale de él. Sin embargo, es posible preservarse del vicio, y también salir de él, con diligencia y gracia de Dios.

El hombre más desgraciado es el vicioso; el vicio oscurece el pensamiento y esclaviza la voluntad. Es frecuente llamar pasiones a los vicios; pero el vicio es una pasión dominante y desordenada.

¿Tengo yo algunos vicios? Y, ¿cuales? ¿Empiezo a tenerlos? ¿Los descuido y los voy dejando crecer? ¿Estoy a tiempo para no caer en ellos? Y si los he contraído, ¿cómo me desenredaré?

Los vicios principales son los siete pecados capitales.

- ¿Soy soberbio? ¿Me estimo en más de lo que soy? ¿Quiero que me estimen en más de lo que soy? ¿Me antepongo a otros iguales o mayores? ¿Visto, gasto, vivo, mando, hablo con más lujo, dignidad, gloria, que lo que puedo o me pertenece? ¿Tengo ambición de honores? ¿Ocupo puestos para los que no valgo? ¿Trato con altivez y orgullo a mis prójimos? ¿Blasfemo? ¿Digo palabras soeces?

- ¿Soy avaro? ¿Quiero lo que no me pertenece? ¿Soy demasiado afanoso en ganar y negociar? ¿Soy mezquino y cicatero? ¿Hago fraudes? ¿Estafo de esas maneras sociales tan comunes? ¿Juego? ¡Mal vicio!

- ¿Soy deshonesto? ¿Soy casto y digno en los pensamientos, espectáculos, lecturas, conversaciones, trato, amistades? ¡Mal vicio también el de la lujuria!

- ¿Soy iracundo? ¿Me dejo llevar de la cólera por poca cosa y frecuentemente? ¿Me incomodo y tengo mal humor? ¿Riño? ¿Grito? ¿Insulto? ¿Maltrato? ¿Soy áspero de trato? ¿Oigo explicaciones y disculpas? ¿Tengo malas ideas contra otros? ¿Tomo las cosas por el mal lado? ¿Soy rencoroso y vengativo? ¿Soy suspicaz y celoso?

- ¿Tengo gula? ¿Soy demasiado aficionado a comer, y a comer bien? ¿Y a beber, sobre todo? ¿Soy aficionado al alcohol o a las drogas? ¡Mal vicio también? ¡Líbrenos Dios de él!

- ¿Soy envidioso? ¿Tengo pesar y sentimiendo de que otros suban y sean felices? ¿Y hago algo por impedir el bien ajeno? ¿Doy malos informes, quito la fama, rebajo el mérito, oculto la excelencia de mis prójimos?

- ¿Soy perezoso? ¿Soy negligente en cumplir mis obligaciones, mi oficio, mi carrera? ¿Estudio o trabajo lo necesario? ¿Soy negligente en tener bien a mi familia, en educarla y formarla? ¿Pienso lo necesario en mi modo de obrar? ¿Soy sobre todo tibio y negligente en mis prácticas religiosas? Este vicio es el más extendido y causa de muchísimos pecados.

Los peores de estos vicios son la impureza, el juego, la embriaguez. Los más comprometidos son la codicia y la impureza. Los más radicales y causas de los demás son la soberbia y la pereza.

Ten mucho cuidado con las mujeres, con el vicio, con el dinero y con el juego.

¿Eres escandaloso? ¿Das mal ejemplo en la familia o/y fuera de casa?

¿Voy cayendo en alguno de estos vicios? ¿Estoy ya en él? ¿Qué hago para no caer o para salir de él?

Los remedios para no caer y para salir del vicio son: el trabajo, huir de las ocasiones, la oración, un buen confesor, y la frecuencia en los sacramentos. Es infalible la victoria. Pero se necesita para ello constancia, y ésta suele faltar a muchos. Tenlo muy presente.

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18.9.21

Luces Vespertinas: 8. Mis virtudes



Virtudes son los hábitos y costumbres de obrar bien de oridinario, las fuerzas que algunos tienen para practicar el bien habitualmente. ¿Tengo yo alguna virtud? ¿Tengo muchas o pocas? ¿Son endebles o sólidas?

- 1º. Virtudes teologales.
¿Tengo fe? Y fe viva, no débil, muerta o apagada. ¿Tengo fe instruida, no ignorante? ¿Fe completa, no parcial, tímida y oculta? ¿Tengo fe sólo teórica, o manifiesta, práctica, aplicada a todas las cosas y en todos los aspectos de mi vida?

¿Tengo esperanza? Mis aspiraciones, mis bienes, mis ideales, ¿están todos en esta vida, o en la otra?

¿Tengo caridad? ¿Tengo amor de Dios verdadero, sobre todas las cosas, queriendo antes perderlas todas que ofenderle? ¿Le tengo amor por ser Él quien es? ¿O tengo amor sólo cuando me salen bien las cosas? ¿Tengo caridad con el prójimo, verdadera, sincera y práctica?

- 2º. Virtudes cardinales.

Son las principales virtudes a las que se refieren otras muchas:

¿Tengo prudencia? ¿Procedo con reflexión, con calma, con cautela? ¿O procedo con precipitación, inconstancia, negligencia e inconsideración? ¿Tengo demasiada prudencia? ¿Tengo demasiada astucia, trampa y doblez? ¿O tengo demasiada solicitud de lo temporal y de lo porvenir? ¿O demasiada timiedez que no veo sino los inconvenientes?

¿Tengo justicia? ¿Doy a cada uno lo suyo? ¿Juzgo y hablo de cada uno como es justo? ¿O atiendo al favoritismo, adulo, abuso de mi posición, y soy parcial? ¿Respeto los derechos de todos, incluso de los inferiores?

¿Tengo fortaleza? ¿Soy valiente para emprender? ¿Soy magnánimo para ejecutar? ¿Soy paciente para resistir? ¿Soy entero para no ceder? ¿Soy consecuente para terminar lo empezado? ¿Soy demasiado fuerte, o/y terco, o/y ambicioso?

¿Tengo templanza? ¿Guardo la debida moderación en los placeres? ¿Guardo moderación en la honestidad y continencia en mi estado y condición? ¿Tengo mansedumbre y bondad? ¿Tengo clemencia y generosidad? ¿Tengo modestia en el vestir y en el proceder? ¿Tengo humildad en el pensar y obrar, y moderación en todo lo que me gusta y atrae?

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17.9.21

Luces Vespertinas: 7. Mis mortificaciones



Todo cristiano debe mortificarse algo en la vida:

- 1º: ¿Me mortifico lo necesario para cumplir mis deberes, o dejo de cumplirlos cuando me cuesta?

- 2º: ¿Me mortifico lo que manda la ley, en los ayunos, en las vigilias, en la promiscuación?

- 3º: ¿Me mortifico algo también voluntariamente para ejercitar las virtudes, o para castigar mis pecados, o por imitar a Nuestro Señor Jesucristo, o por acostumbrarme, como en gimnasia, para cuando tenga la necesidad de mortificarme, o para evitar la sensualidad?

Un hombre inmortificado es insoportable, es un degenerado. Un hombre mortificado es un verdadero hombre: esta es su mejor alabanza, es un hombre libre, feliz, dueño de sí mismo.

· En el cuerpo: ¿Cómo uso de los placeres de los sentidos, curiosidad de la vista, deleite de la música, sueño, frío y calor, rigores de la vida, miserias de la sociedad? ¿Uso de alguna mortificación y aspereza, con consejo y prudencia?

· En el entendimiento: ¿Mortifico mi curiosidad de saber lo que no me conviene, o porque me induce al vicio, o porque me aparta de la fe, o porque me lleva al error, o porque me está prohibido? ¿Soy terco de juicio y no lo doblego cuando hay motivo?

· En la imaginación: ¿La dejo fantasear libremente lo que quiere, o la refreno para que no divague inútil y perjudicialmente? ¿Me doy demasiado a los placeres de la imaginación? ¿A las lecturas de novelas y ficciones? ¿Al teatro, cine, juegos fantásticos?

· En la voluntad: ¿Sé sufrir las contrariedades de la vida, los sucesos desagradables? ¿Sé sonreír a la adversidad? ¿Sé hacer frente a la dificultad? ¿Sé mantenerme sereno en la desgracia? ¿Sé dominar mi carácter?

· En el corazón: ¿Mortifico mis excesivas vehemencias, sea en mis afectos, deseos, simpatías, inclinaciones sensuales, sea en mis aversiones, repugnancias, antipatías y odios? ¿Mortifico mis siete pasiones? ¿O me dejo llevar de ellas fácilmente?

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