Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

6.1.18

Certidumbre de la muerte


Statutum est homínibus semel morí.
Establecido está a los hombres que mueren sólo una vez. (He. 9, 27).


Escrita está la sentencia de muerte para todo el humano linaje. El hombre ha de morir. Decía San Agustín (In Salm. 12): La muerte sólo es segura; los demás bienes y males nuestros, inciertos son.

No se puede saber si aquel niño que acaba de nacer será rico o pobre, si tendrá buena o mala salud, si morirá joven o viejo. Todo ello es incierto, pero es cosa indudable que ha de morir. Magnates y reyes serán también segados por la hoz de la muerte, a cuyo poder no hay fuerza que resista. Posible es resistir al fuego, al agua, al hierro, a la potestad de los príncipes, mas no a la muerte.

4.1.18

Oración eucarística


Divino Jesús: te agradezco el don de la Eucaristía, por el cual te das a todos los hombres y vienes a mi alma.

Quiero que compartas conmigo este día. Te consagro mis pensamientos, palabras y obras. Te amo, Señor, por aquellos que no te aman; te reconozco y adoro como a Dios y Señor de cielos y tierra, por aquellos que no te reconocen ni te adoran.

Dios mío, me ofrezco a Ti en reparación de mis pecados y de todos los pecados de los hombres.

Envía, Señor, tu Espíritu sobre los corazones endurecidos, para que cambie la faz de la tierra y todos los hombres se salven, como es tu divina voluntad. Amén.

(Con licencias eclesiásticas).

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

3.1.18

Vida infeliz de los pecadores, en comparación con la vida dichosa del que ama a Dios


Non est pax impiis, dicit Dominus.
No hay paz para los impíos, dice el Señor. (ls., 48, 22).



Pax mulla diligentibus legem tuam.
Mucha paz para los que aman tu ley. (Sal. 118. 165).


Se afanan en esta vida todos los hombres para hallar la paz. Trabajan el mercader, el soldado, el litigante, porque piensan que con la hacienda, el lauro merecido o el pleito ganado obtendrán los favores de la fortuna y alcanzarán la paz. Mas, ¡ah, pobres mundanos, que buscáis en el mundo la paz que no puede daros! Dios sólo puede dárnosla. Da a tus siervos -dice la Iglesia en sus preces- aquella paz que el mundo no puede dar.

No, no puede el mundo, con todos sus bienes, satisfacer el corazón del hombre, porque el hombre no fue creado para este linaje de bienes, sino únicamente para Dios; de suerte que sólo en Dios puede hallar ventura y reposo.

2.1.18

¿Y después de la muerte?


¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? (Mateo 16.26).

La gente cree que con la muerte acaba todo... Al revés, con la muerte comienza todo.

Para bien, si te has salvado en el Cielo, para mal si te has condenado en el Infierno.

28.12.17

Todo acaba con la muerte


Finís venit; venit finís.
El fin llega; llega el fin. (Ez., 7).


Llaman los mundanos feliz solamente a quien goza de los bienes de este mundo: honras, placeres y riquezas. Pero la muerte acaba con toda esta ventura terrenal. ¿Qué es vuestra vida? Es un vapor que aparece por un poco (Stg., 4, 15).

Los vapores que la tierra exhala, si acaso, se alzan por el aire, y la luz del sol los dora con sus rayos, tal vez forman vistosísimas apariencias, mas, ¿cuánto dura su brillante aspecto? Sopla una ráfaga de viento, y todo desaparece. Aquel prepotente, hoy tan alabado, tan temido y casi adorado, mañana, cuando haya muerto, será despreciado, hollado y maldito. Con la muerte hemos de dejarlo todo.