Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

12.8.17

Jaculatorias a Jesucristo, con indulgencias


A continuación os facilitamos varias jaculatorias a Nuestro Señor que incluyen indulgencias, las cuales pueden aplicarse por las ánimas del purgatorio:

· Dulcísimo Jesús, no queráis ser mi Juez, sino mi salvador. [Cincuenta días de indulgencia por cada vez que se rece esta jaculatoria].

· Jesús mío, misericordia. [Cien días de indulgencia cada vez que se invoque el Santísimo Nombre de Jesús, esta es una jaculatoria del Beato Leonardo de Puerto Mauricio, muy útil en especial para los moribundos que no pueden pronunciar oraciones largas].

11.8.17

Librémonos del Purgatorio aquí, que luego difícilmente encontraremos quién nos auxilie


Si supiéramos considerar como los santos las verdades del purgatorio, desearíamos todos, como ellos, lo que desearon, y padecer en esta vida, para no padecer en la otra. A este respecto decía San Agustín: "Castigadme, Señor, aquí; quemadme aquí, cortadme aquí, para que merezca salir de aquí absuelto y perdonado". Y la madre Santa Teresa siempre clamaba al Señor: "Padecer, o morir", y San Juan de la Cruz decía: "padecer, y ser menospreciado por ti, Señor, en esta vida, para merecer la vida tuya en la otra". Dios, que les oye los deseos, como peticiones, acomodándose a lo que ellos desean, les da el purgatorio en esta vida, así para que merezcan la gloria, como para que suban más aprisa a gozar de ella.

Por ello quiere la Santa Iglesia, enseñada por el Espíritu Santo, que estas verdades se prediquen, y se propongan al pueblo muchas veces, para que predicándose, se consideren, y considerándose, cese con la consideración el daño de los descuidos propios, y ajenos, en ofrecer muchas obras satisfactorias por las Ánimas del Santo Purgatorio.

10.8.17

Oración de San Alfonso María de Ligorio para visitar a Santa María en alguna iglesia u oratorio


El gran santo y doctor de la Iglesia San Alfonso María de Ligorio redactó esta preciosa oración para que los fieles la recen en su visita a algún oratorio, capilla o iglesia:

Inmaculada Virgen y madre mía, Santa María del Monte Carmelo, a Vos que sois la madre de mi salvador, la Reina del purgatorio, la Abogada, la Esperanza y el Refugio de los pecadores, recurro en este día, yo que soy el más miserable de todos los hombres. Os amo, oh gran Reina, y humildemente os agradezco todos los ruegos y mercedes que hasta ahora por mí habéis hecho, especialmente el de haberme librado del infierno, el conseguir apaciguar mis penas si caigo en el purgatorio, a pesar de haber merecido por mis pecados tantas veces ese sufrimiento. Os bendigo y me rindo a tus pies, oh Señora Amabilísima, y por el amor que os tengo, propongo siempre serviros, y hacer todo lo posible para difundir vuestra devoción para que de todos seáis también servida.

En Vos, ¡oh, Madre de misericordia, Hermosura del Carmelo, Reina mía y Madre de mi Señor!, después de en Cristo mi Salvador, pongo todas mis esperanzas; admitidme por vuestro siervo, y defendedme con vuestra protección acogiéndome bajo vuestro manto carmelitano: y pues que sois tan poderosa para con Dios, libradme de todas las tentaciones que me acechan y alcanzadme gracia para vencerlas hasta la muerte. ¡Oh, Madre mía!, por el gran amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, nunca me dejés solo ni me abandonéis, sobre todo en el último trance de mi vida: no me desamparéis hasta verme salvo en el Cielo, alabándoos y cantando vuestras misericordias por toda la eternidad. Amén.

9.8.17

Jaculatoria de resignación a la voluntad divina


Esta sencilla jaculatoria posee un profundo significado y una gran importancia, ya que nos predispone y ayuda a poder asumir algo que a veces al cristiano le cuesta mucho digerir: aceptar la voluntad divina. La jaculatoria es la siguiente:

Sea hecha, alabada y eternamente exaltada en todas las cosas la justísima, altísima y amabilísima voluntad de Dios.

8.8.17

Vida de ermitaño: de la importancia de huir de la ociosidad


Acabadas las tareas del rezo y sacrificio, y determinadas horas de oración y contemplación, así como alguna lectura de libros devotos, es muy del caso la persuasión de los antiguos monjes a las labores manuales. En efecto, porque la ociosidad es uno de los vicios en los que más se aprovecha el enemigo de nuestra salvación.

El gran Casiano refiere del Abad Paulo, célebre entre los solitarios de aquellos tiempos, que ocupaba las horas de ocio en recoger hojas de palmas para formar espuertillas, y al cabo del año pegaba fuego a sus tareas, para tener motivo de volver a rehacerlas. Y da la razón de esta actitud el santo monje: "probans sine opere manun neque in locum posse monachun perdurare; nec ad perfectionis culmen aliquando trascendere: et cum hoc fieri nequaquam necesitas victus erigeret; pro sola purgatino cordis, et cogitationum soliditate, ac perseverantia cellae, vel accediae ipsius victoria, et expugnatione perfiere". Dando a entender, que no siendo la necesidad del sustento cotidiano la que le hacia solícito en estas tareas, trabajaba en ellas solo para poder perseverar constante en tanto retiro, purgar en esta vida los defectos, y purificar el corazón de los malos gustos contraídos.