Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

17.5.17

"Sin Mí, no podéis hacer nada" (Juan 15:5)


Uno de los consejos que suelen repetir los santos es hacer toda obra de caridad y/o misericordia, como parte y fruto de nuestro amor a Dios. El amor a Dios ha de ser la fuerza impulsora que nos haga amar a todos los hombres como hermanos nuestros que son, como hijos del mismo Dios, y a mirarlos con la condescendencia y el cariño con el que Dios los mira. Si esto no lo hacemos así, nuestro amor no será siempre puro, auténtico: a uno lo amaremos porque es de nuestra familia, al otro porque nos ayuda mucho, a otro porque tiene mucho poder, fama o dinero... A otro porque nos interesa, a otro porque nos reímos mucho con él, o porque, por su carácter, sentimos especial afinidad... Pero por esas mismas razones, habrá personas a las que queramos menos: a esta porque nos hace daño, a aquella porque tiene ideas políticas distintas de las nuestras, o es aficionado de un equipo deportivo que es rival del nuestro, o porque tiene un carácter agrio y desagradable...

Sin embargo el mandamiento de nuestro Señor: "os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros" (Juan 13:34 ), no entiende de diferencias, ni de intensidad menor o mayor, sino que se rigue por el mismo principio por el que Dios, en su infinita bondad, "hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos" (Mateo 5:45 ). Sobre santos y pecadores.

Liberadora de cautivos


Letanías de nuestra señora la Virgen del Monte Carmelo:
Liberadora de cautivos.


Como si fueran grilletes, ánimas pobres en pena arrastran sus penas y pecados por los niveles mas sórdidos del purgatorio. Anhelan llegar a las moradas celestiales, al Reino de luz y de Consuelo. Sombras de sus sombras, cargan con sus culpas suspirando y gimiendo por sus errores pasados, los errores que llevaron a sufrir a muchos, a pasar hambre y dolor y que, ahora, ese mismo sufrimiento les es devuelto multplicado. Retorna a su dueño, como a su dueño retorna el bien hecho en vida.

Pero la bienaventurada Virgen María del Carmelo, la Libertadora de Cautivos, no los abandona. Ella porta las plegarias para que obtengan fruto las almas en su purificación, para abreviar sus penas.

16.5.17

Cómo el consumismo dicta hasta nuestra forma de actuar


"No me apetece", esta expresión es muy habitual hoy en día. No hace mucho la escuché, como sinónimo de "no voy a ir", de boca de una persona convocada a una reunión importante. Le dije que si vamos a trabajar sólo cuando nos apetece, tal vez acabaremos con nuestra vida. Y que hay personas con las cuales estamos comprometidos.

Estas tres simples palabras ponen de manifiesto que vivimos en una época de consumismo. Todo está en el escaparate, y te hacen creer que, si te apetece, podrás consumirlo todo. Tienes libertad de escoger..., escoge "lo que te apetezca". Y nosotros escogemos, sin otro criterio, no lo que necesitamos o lo que conviene al bien común, sino lo que nos apetece.

15.5.17

Rehabilitación de la Capilla del Carmen


Siempre es una buena noticia cuando vemos que se recuperan capillas y edificios religiosos que se encuentran en un estado de abandono. Por desgracia son muchos los que aún permanecen sin restaurar, y siempre que me encuentro con un caso me vienen a la memoria de manera inevitable las palabras que oyó San Francisco de Asís cuando se vio ante una capilla en ruinas: "Francisco, restaura mi iglesia".

Por eso, precisamente, hoy os vamos a hablar de una restauración. Se trata de la Capilla del Carmen, situada en la localidad asturiana de Ribera de Arriba (España). El estado de esta capilla era de un abandono absoluto, y aunque a duras penas se mantenía en pie, tenía la techumbre muy destrozada, las paredes desconchadas y era tan general el descuido que la capilla sufría, que estaba catalogada como muy deficiente, cerca de ruina.

13.5.17

Dies irae: los días de la ira


O más bien cabría decir "los años de la ira", porque "para un alma del purgatorio una hora de sufrimiento es como veinte años en la tierra". No nos podemos hacer una idea de lo que allí sufren, retorciéndose de pena y dolor sin consuelo alguno.

Normalmente se piensa que las penas del purgatorio son menos dolorosas que las penas terrenales, porque las almas carecen de materia corpórea. Los artistas nos las han pintado como personas que están rodeadas de fuego, y que arden sin quemarse, pero lo cierto es que sus penas van mucho más allá.