Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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30.8.17

La oración que hagamos por las ánimas del purgatorio nunca se pierde


Socorramos sin cesar a nuestros familiares, amigos y bienhechores, aunque no padezcan ya en el purgatorio, que otros habrá a quienes aprovecharán aquellas oraciones, si ellos no las necesitan ya. No dañará hacerles los sufragios, ni ordenarles misas, y que juntamente con los demás amigos y parientes obren en favor de aquellas ánimas.

Conviene, pues, ofrecer siempre sufragios, como si siempre se comenzase a ofrecerlos, pues si murieron en gracia de Dios, y están fuera de las penas, a otras ánimas sufragarán, y al fin con nosotros quedará el fruto de las buenas obras.

5.5.17

Cómo orar


Hay multitud de tratados sobre la oración, sesudos estudios con cientos y cientos de páginas, conferencias, charlas, cursos y cursillos... Teorías que nos enseñan fórmulas, jaculatorias, posturas... Todo eso está muy bien, pero se queda vacío sin lo básico: el amor.

La oración nace y se nutre del amor, de la necesidad de relacionarnos con el ser amado, con Dios. Sin este componente principal y fundamental, todo formulismo que nos enseñen, toda teoría que aprendamos, nos acaba aburriendo y se queda en nada.

4.5.17

Roguemos por las benditas ánimas del purgatorio


Ellas necesitan de nuestras oraciones. En una visión de la Hermana Sor María de la Cruz, del Convento de las Agustinianas de Valonges (Francia), el ánima de Sor María Gabriela le decía:

¡No sé si puedes imaginarte las penas que se sufren en el Purgatorio! En el mundo nadie lo piensa. También las Comunidades Religiosas lo olvidamos. Por esto el buen Dios quiere que se rece de modo especial por las pobres ánimas del Purgatorio.
("El manuscrito del purgatorio").

En este mundo tan descreído de hoy en día se ha olvidado de orar, y más aún la oración por los difuntos, abandonándolos a su suerte (aunque nunca están abandonados, cuentan con el auxilio divino, de la Virgen Carmelitana y los ángeles) y olvidándolos en nuestras oraciones. Dediquémosles, por ello, algunas misas, recordémosles en nuestras oraciones diarias y recemos cada mañana, en especial, la oración de Santa Gertrudis.