Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

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27.4.20

Guía que ofrece salvoconducto


¿Quién me librará de esta desdicha,
quién me librará de este mal?
¿Quién me sacará de la codicia,
de la inmundicia infernal?

¿Quién me hará pasar las fronteras
de la esperanza fugaz?

¿Quién romperá mis cadenas,
quién me podrá liberar?

Tú sola, mi Virgen florida,
madre del Verbo Real,
mi apoyo en las horas de duelo,
mi salvoconducto a la eterna ciudad.

Tú, Virgen del Monte Carmelo,
Señora a la que me gozo cantar,
tú, de mi alma el consuelo,
pues poderoso es a Dios tu rogar.

Eres de los ángeles deleite,
del malvado enemigo terror infinito y sin par,
eres del cristiano defensa,
del que llora cohibido amoroso suspiro al orar.

Tu escapulario es mi seña,
mi logo, mi emblema,
mi signo a tu pertenencia
y mi identidad.

Mi pasaje, mi amurallado reducto,
mi salvoconducto;
tu escapulario es el más refinado producto
de ti, Reina Celeste, para la humanidad.


Ludobian de Bizance.

17.12.19

Novena de la gracia (oración dialogada)


[Notas: A, Animador. T, Todos.]

A.- ¡Apóstol de caridad, San Francisco Javier! Adoramos contigo humildemente a nuestro Dios y Señor Jesucristo.

T.- Y le damos gracias por los singulares dones que te concedió en vida, y por la gloria de que ya gozas.

A.- Te pedimos con todo el afecto de nuestras almas,

T.- Que nos ayudes a vivir y morir santamente, como viviste y moriste tú.

A.- Te pedimos, también, nos alcances la gracia especial que solicitamos en esta novena.

T.- Y si lo que pedimos no conviene, a mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas, queremos alcanzar lo que para eso fuere más conveniente. Amén.

- Petición -. (Padrenuestro, Avemaría, Gloria).

15.12.19

Villancicos carmelitas. Villancico III


Sonad, músicos orfeos,
sagrado estruendo alternad,
de Cristo a la Esposa
el cántico vuestro
repita alabanzas
al son de su afán.

Sonad, sonad, sonad,
a la que al carmelo
asciende a lograr
del Líbano excelso
la gloria inmortal.

Del Sarón frondoso
la pompa real:
con rico de gracias
inmenso caudal.

Sonad, sonad, sonad.

Veloz vuela sin trabas
al sagrado carmelo,
sirviendo su amor de alas
y de rizada nube, el sacro velo.

Vuela al centro, en que habita
en la región del fuego,
en quien la llama
siendo luz, nada es humo, y toda incendio.

En busca va de Elías,
y su carro de fuego,
para lograr en él
más alto, más veloz, dichoso vuelo.

Su blanco manto viste,
y su espíritu nuevo,
logrando así dichosa
duplicado feliz merecimiento.

Pues te miro, hermana, en el carmelo,
en el carro de Elías, o en su Cielo,
logra, logra dichosa,
la alta felicidad de ser Esposa
de aquel supremo Rey, que te eslavona
de rayos inmortales, la corona,
y en tan sublime honor y dicha tanta
armónica la voz, tu gloria canta.

Hermana dichosa, los Cielos te formen,
los Cielos te formen:
de hermosos luceros, Corona Real,
Corona Real,
el sol y la luna de rayos gloriosos,
de rayos gloriosos,
y el alto carmelo, de gloria inmortal,
de gloria inmortal.

Los Cielos te formen
Corona Real,
de rayos gloriosos
de gloria inmortal.

14.12.19

Villancicos carmelitas. Villancico II


De las playas de este mundo
para hallar puerto en el Cielo:
zarpará una Nave, pisando
del mar el altivo ceño.

Audaz Navecilla, que al golfo te fías,
surcando atrevida montes de cristal,
deja el golfo undoso
del mar proceloso
si no quieres necia, ser triunfo del mar.

Mira a la amena gustosa ribera,
donde, entre delicias, feliz lograrás,
entre blandas flores,
fragantes olores,
y cuanto de gusto se puede gozar.

Vuelve a la rivera,
que se eriza el mar,
y entre sus abismos
vas a naufragar.

Qué felizmente vuela, qué ligera,
bella Nave velera,
del amor conducida,
del timón de la Fe, favorecida,
del fervor animada
y de celestes auras inspirada.

Y en busca de tu bien, con veloz pluma,
los montes riza de soberbia espuma.

En vano serán
tras de los vientos,
marinos portentos,
que el Cielo promete
su seguridad.

Pues Nave, a quien, ciega,
felizmente guía la Fe,
en compañía del amor, no puede
ser presa del mar.

Pues feliz corres por el mar undoso,
despreciando su ceño temeroso,
vuela nave dichosa,
constante y victoriosa,
a la estación del puerto; pues en ella
tu fortuna tendrá dichosa estrella.

Tu vista eficaz
no pierdas del Norte,
la luz inmortal
que allí lograrás
en seguro puerto
la felicidad.

13.12.19

Villancicos carmelitas. Villancico I


El Señor:
Ha de la estación amena,
del delicioso Carmelo,
donde pace nevados candores,
entre azucenas,
el divino Cordero.

Ven del Líbano con tu pobreza
a ser lirio de este huerto,
que el candor de tu intacta pureza
objeto agradable será de mi afecto.

Mi voz te llama
con tierno afecto,
a ser mis amores
lisonja y dulce empleo.


El alma:
Jesús, amante dueño de mi vida,
pues tu amor me convida:
al honor sumo, de tu excelsa mano,
inclinando a lo vil, lo soberano.

Vuestra voz amorosa
sigue ya vuestra esposa,
y en cambio de tan alto beneficio
a vuestros pies, en grato sacrificio,
Divino dueño mío,
os consagro mi vida, y mi albedrío.

Ya no soy más mía,
toda soy de vos.
¡Dulce cautiverio!
¡Dichosa prisión!,
pues vuestros abrazos
son felices lazos
que prenden mi amor.


El Señor:
Aquí será tu retiro
mi Sagrado Corazón,
no pienses que es estrechez
lo que es anchura de un Dios.
Cual Fenix muriendo al mundo
lograrás vida mejor.
Que solo en mi vida vive
el que muere a su afición.


El alma:
A vos toda me ofrezco
aunque es ya mi posesión
el ofrecerme, adiós mundo,
adiós, pues me voy a a Dios.

¿Qué tengo en todo el círculo del Cielo?
¿Qué quiero en todo el ámbito del suelo?
Nada fuera de ti, mi dulce Esposo,
mi Jesús, mi Señor, mi Sol hermoso.

Ven, ven dulce dueño
ven al corazón,
vele tu esposa
tu blando sueño
con atención.


El Señor:
Ya voy, voy risueño,
voy a tu mansión,
donde gozoso
de fiel esposo
será el empeño
la posesión.

20.8.19

Himno penitente


Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.


¡Ay Jesús mío!,
mis culpas fueron
las que te hirieron;
yo fui, yo fui,
¡delirio insano!,
¡infausta suerte!
Yo dura muerte,
mi bien, te dí.

Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.


Tu amante pecho,
no fue el soldado
fue mi pecado
quien lo rasgó.
Mi horrenda culpa,
¡Ay infeliz,
qué es lo que hice!,
lo atravesó.

Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.


Pero la Sangre
de ese costado
que yo he rasgado
me ha de lavar;
porque con ella
a tu homicida
salud y vida
le quieres dar.

Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.


Pues de tu pecho
está, bien mío,
manando un río
de inmenso amor;
yo vengo inmundo
lleno de lodo
límpiame todo,
todo, Señor.

Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.


Y en esa herida
que es franca puerta
para mí abierta
admíteme.
Ya no otro albergue
busco ni quiero,
Manso Cordero,
recógeme.

Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.


En mí, ¡qué dicha!,
la suave llama
que en ti se inflama
tú encenderás.
Y para siempre,
grato y risueño,
¡oh, dulce dueño!,
mío serás.

Con flecha ardiente,
Dueño y Señor,
abre en mi pecho
llaga de amor.

18.8.19

Himno al Sagrado Corazón de Jesús


Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Venid, cristianos,
y acá en el suelo,
como en el cielo
se ve adorar;
también nosotros
adoraremos
y ensalzaremos
al Dios de paz.

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Jesús amable,
Jesús piadoso,
dueño amoroso;
Dios de piedad:
vengo a tus plantas
si tú me dejas,
humildes quejas,
a presentar.

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Divino pecho
donde se inflama
la dulce llama
de caridad,
¿por qué la tienes
ahí encerrada,
y no abrasada
la tierra está?

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Arroja en ella
tu hermoso fuego,
y toda luego
se inflamará.
¿No ves que el mundo
vive aterido,
y endurecido
en la impiedad?

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Corazón dulce,
manso y clemente,
principio y fuente
de santidad;
te vean mis ojos
desenojado,
dueño adorado,
Dios de bondad.

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Con lazo amigo
con lazo estrecho,
tu amante pecho
vengo a buscar.
Por ti suspiro,
ábreme el seno
que en él ¡cuán bueno
es habitar!

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.


Tú solo puedes,
Omnipotente,
mi sed ardiente
refrigerar.
Aquí, bien mío,
aquí el postrero
suspiro quiero
por ti exhalar.

Corazón santo,
Tú reinarás,
Tú nuestro encanto,
siempre serás.

16.7.19

16 de julio, día de Ntra. Señora en su advocación del Monte Carmelo


LUZ QUE DESPEJA EL SENDERO

Luz que despeja el oscuro sendero,
de los carmelitas firme asidero,
de tu casa soy tenaz mensajero,
tengo por Señora la Reina del Cielo.

En tu manto estoy reposado,
a tu sombra voy confiado
nada necesito contigo a mi lado.


¡No permitas Madre, que caiga en un agujero,
se tú la luz que despeja el sendero!


Todo lo que tengo es mi oración
y mientras camino canto tu canción
eres tú, Señora, mi devoción,
del carmelo orgullo, guía y bendición.


¡No permitas Madre, que caiga en un agujero,
se tú la luz que despeja el sendero!


Por altos apriscos voy sin mirar,
no temo a las angustias de tropezar,
a tu lado todo se puede sobrellevar,
cogido de tu mano, puedo avanzar.


¡No permitas Madre, que caiga en un agujero,
se tú la luz que despeja el sendero!


Vigílame cual niño, Madre amorosa,
con tu voz me animas, siempre cariñosa,
me guardas de las fieras pecaminosas,
y así dulce me llevas a la Patria gloriosa.


¡No permitas Madre, que caiga en un agujero,
se tú la luz que despeja el sendero!


De las divinas gracias digna, Santa María radiante,
sé a mí benigna, ruega suplicante,
a Cristo tu Hijo, te pido expectante,
me mantenga el alma limpia y nunca arrogante.


¡No permitas Madre, que caiga en un agujero,
se tú la luz que despeja el sendero!


Madrecita de los carmelitas,
míranos aquí rogando,
Reina Celesta no nos permitas
sin tu ternura ir transitando.

| Ludobian de Bizance para OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

19.8.18

A Jesús crucificado


Ven, ven a mis brazos, mi Cristo santo,
déjame que, postrado ante tus plantas
bese una y otra vez tus llagas santas
vertiendo por mis culpas amplio llanto.

¡Cuánto te hice sufrir, oh Jesús mío!
Y a la voz de tu amor que me decía:
"Ven a mí". "No quiero", respondía,
haciéndote penar con mi desvío.

En prenda de perdón por tanto agravio
un último favor quiero me hagas:
morir besando tus sagradas llagas
con actos de dolor y desagravio.


| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

16.1.18

Plegaria a Nuestra Señora y Reina


Madre del amor y guía
del alma que espera en Ti,
Madre mía, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Como estrella de los mares,
como estrella de las almas,
Tú consuelas los pesares
y Tú las tormentas calmas;

causa de nuestra alegría,
alégrese el alma en Ti,
Madre mía, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Tú que sabes la amargura
del que llora sin consuelo,
tú que alumbras, Virgen pura,
la senda que lleva al cielo,

vuelve tus ojos, María,
al que la luz busca en Ti,
Madre mía, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Al brillar el sol de Oriente,
abre su cáliz la flor,
y ábrese el alma que siente
las miradas de tu amor.

Mírame Tú, luz del día,
y abre mi alma toda a Ti,
Madre mía, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Luz del pobre peregrino,
estrella de salvación,
brilla siempre en mi camino
y brilla en mi corazón.

Alumbre Tú mi agonía,
y al volar el alma a Ti,
Madre mía, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Madre del amor y guía
del alma que espera en Ti,
Madre mía, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

(R. del Valle)

| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

23.10.17

La canción de Ana de Jesús


Ya sabemos -y si no, deberías tenerlo ya claro- que no son proporcionales los trabajos y penas de esta vida temporal, comparados con la gloria venidera que se nos mostrará, porque a lo que es momentáneo, y ligero, corresponderá un eterno gozo y gloria tal, que ni los ojos vieron, ni los oídos escucharon, ni cayó en pensamiento de hombre la suma bienaventuranza que preparó para los que le temen y le aman.

¡Oh, mansión beatísima de la Ciudad Soberana! -dice Tomás de Kempis-. ¡Oh día clarísimo de gloriosa eternidad, en la cual no hay noche, y nunca oscurece, y siempre resplandece, cuyos días son siempre alegres y jamás se mudan! Quiera Dios que aquel día eterno fuese ya a nosotros resplandeciente, y que todas las cosas temporales de esta vida presente tuviesen fin.

15.10.17

La religiosa carmelita que cambió el palacio por un convento


La religiosa madre María de San José, fundadora del Carmelo en Lisboa, era de padres nobles, emparentados nada menos que con los duques de Medinaceli. Los ejemplos y virtudes que vio en Santa Teresa de Jesús -que era doña Luisa, en cuya casa se crió la religiosa, bienhechora de la santa- la conmovieron de tal modo que se decidió a dejar el mundo, y con mucha prudencia se adhirió a los ejercicios que había de abrazar en la vida religiosa, teniendo especial cuidado en que nadie en palacio descubriera sus intenciones, temiendo que se empeñasen en hacerla cambiar de parecer.

A veces espiaba a Santa Teresa, conmovida por su vida, viéndola en ocasiones arrebatada, otras atormentándose con rigurosa mortificación, e incluso disciplinándose a sí misma con semejante crueldad, que infundía terror a cuantos la oían. Todo ello renovaba los impulsos de María de San José a despedirse lo más deprisa posible de la vida regalada en palacio, y mientras estaba en su aposento, entre lágrimas componía versos amorosos hacia el Señor.

28.7.17

El juicio final


Veo las nubes negras
y unos ángeles centinelas,
veo la muerte llegar,
veo el fuego arrasar,
veo correr y gritar
veo dolor y miseria.

Veo el libro abrir
y un ángel con el dedo marcar,
veo el populacho corriendo y huir
y sin poder siquiera escapar.