Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

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2.6.18

Diario de Santa Gemma Galgani [y44]


Lunes, 3 de septiembre de 1900
Esta noche no le he vuelto a ver, ni tampoco esta mañana; esta tarde me ha dicho que adorase a Jesús, que estaba solo, y luego ha vuelto a reaparecer.

Esta tarde estaba bastante mejor que ayer tarde; le he pedido varias veces perdón, y parecía dispuesto a perdonarme. Esta noche la ha pasado conmigo; me repetía que fuera buena y no disguste a nuestro Jesús, que cuando esté en su presencia sea todavía mejor y guarde más compostura.

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1.6.18

Diario de Santa Gemma Galgani [43]


Domingo, 2 de septiembre de 1900
Ternura, severidad y reproches del Ángel de la Guarda.

Esta noche he dormido con mi Ángel de la Guarda al lado; al despertar lo he visto junto a mí: me ha preguntado dónde iba.

- Con Jesús- , le respondí.

31.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [42]


Sábado, 1 de septiembre de 1900
Esta mañana, de madrugada, me despertó ([El ángel de la guarda]) y me dijo que hoy recibiría respuesta.

- ¿Cómo? - Le pregunté.

- Ya lo verás - , me dijo riendo.

30.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [41]


Viernes, 31 de agosto de 1900
Corrí la mañana siguiente a recibir la Comunión, pero no pude hablar nada, estuve todo el tiempo en silencio: el dolor de cabeza no me dejaba. ¡Dios mío, cuánto suelo faltar en esto! Jesús no escatimó conmigo nada, y yo, por no padecer, procuro evitar hasta el más leve movimiento. ¿Qué dirás, oh, Jesús, de esta mi desgana y mala voluntad?

Toda la mañana la pasé descansando. Por la tarde nada me costó el volar a Jesús: me quitó las espinas y me preguntó si había sufrido mucho.

29.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [40]


Jueves, 30 de agosto de 1900
Apenas he vuelto, he mirado y, icosa curiosa!, la carta ya no estaba. Digo que es cosa curiosa, porque así lo oigo decir a los demás, que es una cosa extraña; pero a mí no me parece. El Ángel de la Guarda me preguntó si esperaba respuesta. Me eché a reir.

- !Vaya si la espero!-, le dije.

- Pues bien - me contestó -, hasta el sábado no podrás recibirla.

Tendremos paciencia, pues, hasta el sábado.

28.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [39]


Miércoles, 29 de agosto de 1900
+ Hoy voy a hacer una cosa: quiero escribir una cartita al Cohermano Gabriel; después la consignaré al Ángel de mi Guarda y esperaré la respuesta. Y esto lo haremos sin que Jesús se entere: él mismo me ha dicho que no le dirá nada a Jesús.

Lo he hecho: he escrito una carta bastante larga, en que hablaba de muchas cosas mías, sin dejar una; luego avisé al Ángel de que estaba pronta, que si la quería ... Esta tarde, miércoles, la he puesto bajo la almohada, y esta mañana (jueves) al levantarme no se me ha ocurrido mirar, porque tenía otra cosa mejor en la cabeza: iba a estar con Jesús.

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27.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [38]


Martes, 28 de agosto de 1900
El Ángel de la Guarda no ha dejado de mostrarse severo conmigo hasta esta mañana, en que manifesté todo al Confesor. Apenas salí del confesionario, me miró sonriente, con aire complacido: me pareció que volvía de la muerte a la vida. Más tarde me habló espontáneamente (yo no me atrevía a preguntárselo) de lo ocurrido: me preguntó cómo me hallaba y por qué no me sentía bien la noche pasada. Le respondí que sólo él podía curarme; se acercó, me acarició mucho y me dijo que fuera muy buena.

Repetidamente le pregunté si me quería como antes, y si me amaba lo mismo; me respondió de esta manera:

- Hoy no me avergüenzo de ti; ayer, sí.

26.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [37]


Lunes, 27 de agosto de 1900
Esta mañana he recibido la Comunión: no me atrevía a hacerla. Parece que Jesús me ha dejado entrever un poco el motivo por el que el Ángel se muestra tan severo conmigo: por la última confesión que hice mal (["Hice mal", no por haber callado los pecados, sino por haber manifestado todo cuanto de extraordinario le había sucedido]). Por desgracia, es cierto.

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25.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [36]


Domingo, 26 de agosto de 1900
Por la mañana me ha dejado [el Ángel de la Guarda] una vez que he salido de la habitación. He comulgado sin saber nada de Jesús.

Durante la mañana sentía tan grandes deseos de llorar, que tenía que esconderme de la vista de los demás, para que no se dieran cuenta de nada, me remordía la conciencia y no sabía a qué acudir. ¡Dios mío, lo que voy a escribir! Pero no estará de más, pues si este escrito cae en manos de alguien, verá que yo no soy más que una desobediente y una malvada.

24.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [35]


Sábado, 25 de agosto de 1900
Esta mañana en la Comunión no he sentido consuelo alguno, todo ha sido muy fríamente. Hágase la santísima voluntad de mi Dios. ¿Qué sucederá hoy? Jesús no viene, y no veo trazas de que ande cerca. Me voy a descansar, y veo que se me presenta delante un Ángel de la Guarda que reconocí ser el mío; pero me sobrecogió algo de miedo y una turbación extraña.

El miedo se apodera de mí muchas veces, cuando se me aparece alguno, pero poco a poco se me pasa y acabo consolándome.

23.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [34]


Viernes, 24 de agosto de 1900
Más tarde vino Jesús a quitarme la corona de espinas, vino pronto, diciendo que ya había hecho bastante; y porque yo no quería, pues no estaban cumplidas las horas, me dijo que soy siempre muy pequeña y que ya es bastante lo que hago.

Sufrí durante varias horas continuamente; Jesús me acarició mucho. A cierto punto de nuestra conversación le pedí luz para el Confesor; y entonces se me ocurrió contarle lo que me había dicho el Ángel de la Guarda. Me había dicho la mañana anterior que el Padre Germán tiene bastante luz para mis cosas, y que me quiere bien. Referí sin pensar la cosa a Jesús, y Jesús no sabía nada de lo que me había dicho el Ángel de la Guarda ([No sabía nada, esto es, mostraba no saber. Con un alma tan inocente el Redentor, amabilísimo, se complacía en juguetear]) se puso serio y me dijo que no quería que el Ángel de la Guarda me ande soplando al oído.

22.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [33]


Jueves, 23 de agosto de 1900
¡Ay!, llega la tarde, y ya se apodera de mí la acostumbrada frialdad, la ordinaria repugnancia, el cansancio quiere vencerme, pero aunque me cueste un poco no quiero dejar de cumplir con mi deber.

Jesús esta noche me ha puesto la corona de espinas sobre la cabeza a eso de las diez, después de haberme recogido un poco. Mi padecimiento, que nada tiene que ver con el de Jesús, ha sido bastante fuerte: hasta los dientes todos parecían resentidos, cada movimiento me producía vivo dolor; creí que no iba a poder resistirlo, pero al fin, todo fue bien.

Ofrecí por los pecadores esas pequeñas penas, en especial por mi pobre alma. Le rogué que volviera pronto. Cuando estaba para dejarme, comenzó una porfía entre Jesús y yo: sobre quién iríamos primero a visitarnos (he sido yo la que he ido primero, yendo a comulgar), y, al mismo tiempo, quedamos de acuerdo en que Él vendrá a mí y yo iré a Él. Me prometió la asistencia de mi Ángel de la Guarda, y me dejó.

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21.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [31 y 32]


Martes, 21 de agosto de 1900
Acaso me engañe, pero hoy espero visita del Cohermano Gabriel y, si es verdad, tengo que hablarle de muchas cosas. Luz, Jesús, luz no a mí, sino al Padre Germán y al Confesor.

20.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [30]


Lunes, 20 de agosto de 1900
Ayer ([Ayer, 19; la santa escribe el 20]) durante el día tuve ocasión de hablar con el Ángel de la Guarda; me reprochó sobre todo mi desgana en la oración, también me recordó otras muchas cosas, en especial lo que toca a los ojos, amenazándome severamente.

Ayer tarde en la iglesia me volvió a acordar lo que me había dicho por la mañana, diciendo que tendría que dar cuenta a Jesús. Por último, antes de ir a la cama, en el momento de darme la bendición, me avisó de que Jesús iba a permitir al demonio me diera un grave asalto, y ello porque había sido durante algunos días algo descuidada en mis oraciones. Me avisó también que el demonio haría lo indecible para impedirme orar, en especial mentalmente, durante todo el día, y que quedaría privada de sus visitas (quiero decir de las del Ángel de la Guarda), pero sólo por hoy.

18.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [29]


Sábado / Domingo,18-19 de agosto de 1900
[La Madre María Teresa, acompañada de Jesús y de su Ángel de la Guarda, viene a dar gracias a Gema y vuela al cielo].

Jesús me ha hecho conocer esta mañana en la sagrada Comunión que la Madre María Teresa volará esta noche al paraíso. Nada más por ahora.

Jesús me había prometido darme una señal.

Llega la medianoche, y nada todavía. Dan las doce, tampoco. A las doce y media me pareció que la Virgen venía a avisarme de que se acercaba la hora.

17.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [28]


Viernes 17 de agosto de 1900
¡Qué instantes tan felices se pasan con Jesús! Al quitarle la corona de espinas, Jesús la bendice con mano radiante, derramando sobre ella un cúmulo de gracias. El Ángel le recomienda que sea obediente y dé algunos avisos a su Confesor. Repugnancia que siente en escribir.

Jesús, apenas se ha posado sobre mi lengua (causa tantas veces de muchos pecados), se me ha hecho sentir. Ya no estaba en mí, sino que, dentro de mí, Jesús bajaba a mi seno. (Digo al pecho, porque el corazón ya no lo tengo: se lo ha llevado la Mamá de Jesús). ¡Qué instantes tan felices se pasan con Jesús! ¿Cómo pagar tanto amor? ¿Con qué palabras expresar el amor que manifiesta para con esta pobre criatura? A pesar de todo, ha querido venir a mí. Es verdaderamente imposible, es imposible no amar a Jesús. Me pregunta muchas veces si le amo y le amo de verdad. ¿Y todavía lo dudas, Jesús mío? Él se une cada vez más a mí, me habla, me quiere perfecta, me dice que me ama mucho y que yo le corresponda.

16.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [27]


Jueves, 16 de agosto de 1900
Es jueves. Se apodera de mí la acostumbrada repugnancia; el temor de perder mi alma me asusta; el número de mis pecados y su enormidad, todo se me presentaba delante. ¡Qué agitación! En esos momentos el Ángel de la Guarda me sugirió al oído:

- Pero la misericordia de Dios es infinita-. Me tranquilicé.

15.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [26]


Miércoles, 15 de agosto de 1900
En este estado de aridez y de falta de Jesús he durado hasta hoy miércoles.

Desde el viernes no le he vuelto a sentir. El Confesor me asegura que es en castigo de mis pecados o para ver si puedo pasar sin Jesús y estimularme a amarlo todavía más. He estado siempre sola, quiero decir, sin Jesús. El Ángel de la Guarda no me ha dejado ni siquiera un segundo, y no obstante, ¡cuántos defectos y cuántas faltas en su presencia! ¡Dios mío, tened misericordia de mí! He comulgado todos los días, pero Jesús como si no existiera. ¿Querrá Jesús dejarme también sola en una solemnidad tan grande como es ésta? La Comunión la he hecho con algo más de consuelo, pero sin sentir a Jesús. He rogado mucho durante estos días, porque quiero una gracia de Jesús.

14.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [24 y 25]


Sábado, 11 de agosto de 1900
Es sábado, voy a comulgar; ¿qué haré? De todos modos quiero obedecer. ¡Si pudiera conseguir una visitilla de mi Mamá! Pero no, me acuerdo del pecado que cometí ayer tarde. Es verdad que esta mañana me he confesado en seguida, mas no importa, la Virgen a mí no me perdona tan fácilmente. Me quiere perfecta.

Estamos en la tarde del sábado. ¡Dios mío! ¡Qué castigo! El mayor castigo que puedes darme es privarme de la visita de María Santísima, y es precisamente cuando se acerca el sábado cuando cometo siempre alguna falta......

12.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [23]


Viernes 10 de agosto de 1900
Me dijo la tarde anterior el Ángel de la Guarda que me haría tener la corona de espinas en la cabeza hasta las cinco del viernes. Fue verdad, porque hacia esa hora comencé a recogerme un poquito, me escondí en la iglesia de los Franciscanos y allí vino Jesús a quitármela de nuevo, estuve siempre sola. ¡Qué muestras me dio de cariño! Me animó de nuevo a padecer y me dejó en un mar de consuelos.Tengo que decir, sin embargo, que a las veces, sobre todo el jueves por la tarde, se apodera de mí una tristeza tal, pensando que he cometido tantos pecados, los que todos me vienen a la memoria, que me avergüenzo de mí misma y me aflijo sobremanera. Ayer tarde, pocas horas antes, me sobrevino también esta vergüenza y este disgusto, y sólo puedo hallar un poco de alivio sufriendo eso poquito que Jesús me manda, y ofreciéndolo por los pecadores, en especial por mí, y luego por las almas del purgatorio.

¡Cuántos consuelos me da Jesús! ¡De cuántas maneras me prueba que me quiere! Todas son cosas de mi cabeza, pero si obedezco, Jesús no permitirá que me engañe. El jueves por la tarde me prometió que durante estos días, que faltara la señora Cecilia, haría que no me faltase nunca el Ángel de la Guarda. Me lo dió ayer tarde y no me ha vuelto a dejar ni un solo momento.