Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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4.9.17

La necesidad de las obras de piedad


Muy devota de las ánimas del purgatorio fue la madre Catalina de San Angelo, hija de padres muy nobles, y ella muy humilde. Fue esta la virtud en que más atención puso, y para conseguirla, no había bajeza que no se atribuyera. Temía ser honrada, por lo que pudiera apartarla de Dios. En el ropero, en la enfermería, en ministerios semejantes se hallaba más contenta; y con tanto silencio y caridad procedía en todos, que era edificación a los demás. En el coro, aún después de perdida su salud, era perseverante, y las horas de oración siempre las hacía de rodillas, y con lágrimas, especialmente cuando iba a comulgar.

Los largos tiempos que del sueño le quitaba su enfermedad, los dedicaba al trabajo manual, a la lectura de libros devotos y a la ayuda de las ánimas del purgatorio. Así espiró, en olor de santidad.

17.5.17

"Sin Mí, no podéis hacer nada" (Juan 15:5)


Uno de los consejos que suelen repetir los santos es hacer toda obra de caridad y/o misericordia, como parte y fruto de nuestro amor a Dios. El amor a Dios ha de ser la fuerza impulsora que nos haga amar a todos los hombres como hermanos nuestros que son, como hijos del mismo Dios, y a mirarlos con la condescendencia y el cariño con el que Dios los mira. Si esto no lo hacemos así, nuestro amor no será siempre puro, auténtico: a uno lo amaremos porque es de nuestra familia, al otro porque nos ayuda mucho, a otro porque tiene mucho poder, fama o dinero... A otro porque nos interesa, a otro porque nos reímos mucho con él, o porque, por su carácter, sentimos especial afinidad... Pero por esas mismas razones, habrá personas a las que queramos menos: a esta porque nos hace daño, a aquella porque tiene ideas políticas distintas de las nuestras, o es aficionado de un equipo deportivo que es rival del nuestro, o porque tiene un carácter agrio y desagradable...

Sin embargo el mandamiento de nuestro Señor: "os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros" (Juan 13:34 ), no entiende de diferencias, ni de intensidad menor o mayor, sino que se rigue por el mismo principio por el que Dios, en su infinita bondad, "hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos" (Mateo 5:45 ). Sobre santos y pecadores.

12.5.17

Tus obras de caridad no sirven de nada


Yo no las llamo "obras de caridad", las defino como "sobras de caridad".

Dice San Francisco de Sales que las obras de caridad han de estar hechas, además, con amor. Sin el amor, cualquier obra que hagamos solo tiene un fin material, por buena que ésta sea. Los cristianos han de ir más allá: toda obra de caridad debe tener como impulso principal su amor a Dios. De lo contrario las obras de caridad no dejan de ser meros "actos sociales".