Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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7.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 7. La Sagrada Comunión


El creyente debería vivir de manera que pudiera comulgar todos los días si su confesor se lo permitiese. Al menos, no omitir por su culpa una sola de sus comuniones. Comulgar frecuentemente es corresponder al deseo más dulce e imperioso del Corazón de Jesús, porque el amor quiere la unión, no reposa sino en la unión.

Demos, pues, a nuestro amabilísimo Salvador, tan lleno de amor por nosotros, esta suma complacencia que anhela. La pequeña forma que nos está destinada, y que desde hace algunos días quizá reposa en el Copón, allí está ocultando un Corazón que late de amor por nosotros, que arde de deseo de unirse con nuestro corazón tan miserable, tan indigno. Si pudiéramos comprender sus palpitaciones inefables, las suaves emociones del Corazón de un Dios herido de amor por su ingrata y frágil criatura, ciertamente moriríamos de felicidad.

El creyente que vive cerca del Corazón de Jesús, es el que debe conocerle mejor y amar más, es el ser afortunado a quien toca corresponder plenamente a un tal amor. Nuestras comuniones deben ser frecuentes, humildes, fervorosas. Preparémonos, pues, desde la víspera con piadosas oraciones jaculatorias, y algún pequeño sacrificio ofrecido a un Dios tan bueno, que nos viene a enriquecer con sus dones.

Cuando tengamos a Jesús en el corazón, esforcémonos con ternura filial en consolar a este dulce Salvador del olvido e ingratitud de los hombres, que tan mal pagan su incomparable amor. En el día y durante la hora de adoración, multipliquemos las jaculatorias de acción de gracias, evitemos las menores faltas y, si se puede, hagamos por la tarde una visita al divino prisionero del Tabernáculo para darle gracias de haberse dado de nuevo a nosotros en la sagrada comunión.

6.8.19

Cántico ante el Santísimo



Latín:

Ave verum Corpus natum
de Maria Virgine,
Vere passum, inmolatum
in Cruce pro homine.

Cuius latus perforatum
unda fluxit cum sanguine;
esto nobis praegustatum
mortis in examine.

¡Oh Iesu dulcis! ¡Oh Iesu pie!
¡Oh Iesu Fili Mariae!


Castellano:

Os saludo, Cuerpo Santo,
Víctima pura, inmolado;
que en la Cruz sacrificado
quisiste padecer tanto.

Dulce Jesús, nuestro encanto,
de tu amante Corazón
brotó nuestra salvación.

Jesús, Hijo de María,
en la postrera agonía
válganos tu redención.


Latín:
O Cor, amoris victima,
caeli perenne gaudium,
mortalium solatium,
mortalium spes ultima.

Cor dulce Cor amabile,
amore nostri languidum
amore nostri saucium,
fac sis mihi placabile.


Castellano:

Oh Corazón muy amado,
dulce alegría del cielo,
del mortal dicha y consuelo,
víctima de amor llagado.

Por nosotros traspasado
en la Cruz quieres estar,
para los nuestros robar.

Corazón que languidece
y por nosotros padece,
déjate, pues, hablandar.

8.7.19

Oración de San Cayetano (con indulgencias)


Mirad, Señor, desde Vuestro santuario, y desde la altura de los cielos en que habitáis, y ved esta Hostia santísima que Os ofrece nuestro gran Pontífice Vuestro Hijo Jesucristo, por los pecados de sus hermanos. ¡Ah!, dejaos ablandar, y perdonad la multitud de nuestros crímenes.

Ved que la voz de la sangre de Jesús, nuestro hermano, clama a Vos desde lo alto de la Cruz. Escuchadla, Señor, y aplacad Vuestro enojo; mirad y obrad sin tardanza por la atención a Vos mismo, oh Dios mío, y porque Vuestro nombre ha sido invocado sobre Vuestro Pueblo la Iglesia. Tratadnos, pues, según Vuestra gran misericordia.

(Recitada de rodillas y delante del Santísimo Sacramento, esta oración tiene 100 días de indulgencia una vez al día. Indulgencia plenaria el primer jueves de cada mes, con las condiciones ordinarias. 7 años y 7 cuarentenas los demás jueves del año, bajo las mismas condiciones).

4.7.19

Unión a Jesús Inmolado


Oh dulce Jesús mío, único amor de mi corazón, suave tormento de mi alma y martirio grato de mi cuerpo. La única gracia que Os pido para honrar Vuestro estado de hostia en el Santísimo Sacramento es que viva y muera yo víctima de Vuestro Corazón sagrado, por una amarga repugnancia de todo lo que no sois Vos; víctima de Vuestra santa alma, por todas las angustias de que es capaz la mía; víctima de Vuestro Cuerpo, tanto por la separación de todo lo que puede satisfacer al mío, cuanto por el odio de una carne criminal y maldecida.

Amén.

(Santa Margaria María).

16.6.19

Visita al Santísimo Sacramento


["Cuanto estemos delante del Santísimo Sacramento, en lugar de mirar a nuestro derredor, cerremos los ojos y abramos el corazón, así el Dios de bondad nos abrirá el suyo. Iremos a Él, y Él vendrá a nosotros, el uno para pedir, el otro para recibir, lo cual vendrá a ser como una santa insuflación del uno al otro". San Juan Bautista María Vianney, Cura de Ars].

Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres, estáis de noche y de día en el Santísimo Sacramento lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a todos los que vienen a visitaros: yo creo que estáis presente en el Sacramento del Altar; os adoro desde el abismo de mi nada, y os doy gracias por todas las mercedes que me habéis hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento vuestro Cuerpo, vuestra Sangre, vuestra Alma y vuestra Divinidad; por haberme concedido por mi Abogada a vuestra Santísima Madre la Virgen María, y haberme ahora llamado a visitaros en este lugar santo.

Adoro a vuestro amantísimo Corazón, y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de esta preciosa dádiva; el segundo, para desagraviaros de todas las injurias que habéis recibido de vuestros enemigos en ese Sacramento; y el tercero porque deseo en esta visita adoraros en todos los lugares de la tierra, donde estáis sacramentado con menos culto y más desprecio.

¡Jesús mío!, os amo con todo mi corazón; pésame de haber tantas veces ofendido en el pasado a vuestra infinita bondad, por lo que os ruego que me muera antes que ofenderos, y propongo, ayudado de vuestra gracia, enmendarme en lo venidero; y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Vos, y entrego y resigno en vuestras divinas manos mi voluntad, afectos, deseos y todo cuanto soy y puedo. Haced, Señor, de mí todo lo que os agrade: lo que yo quiero y lo que os pido es vuestro santo amor, la perfecta obediencia a vuestra santísima voluntad, y la perseverancia final.

Os recomiendo las ánimas del purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de Santa María del Carmelo, y os ruego también por todos los pecadores. Amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de vuestro amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a vuestro Eterno Padre, y por el amor que os tiene, le pido en vuestro nombre que los oiga y reciba favorablemente.

Amén.

San Alfonso María de Ligorio.

(300 días de indulgencia cada vez que se rece delante del Santísimo Sacramento. Indulgencia plenaria una vez al mes, si se ha rezado todos los días).

11.6.19

Oración por las intenciones generales


Y ahora, Jesús mío, que Os habéis dado a mí con tanto amor en la sagrada comunión, permitidme implorar Vuestras misericordias en favor de todas las intenciones generales y particulares de que debe estar lleno un corazón, en el cual habéis encendido Vos mismo el fuego de la caridad.

Sí, dignaos, oh Dios mío, derramar Vuestras abundantes bendiciones sobre la santa Iglesia, nuestra madre; sobre su soberano Pontífice, los obispos, sacerdotes, confesores; sobre las Órdenes religiosas y sobre las asociaciones y obras católicas, en particular sobre aquellas a las que estoy ligado por deber, por piadosa confraternidad o por religioso interés.

Tened compasión de los afligidos, de las almas probadas o tentadas, socorredlas, sostenedlas en los caminos de la mortificación y de las pruebas a que Vuestra paternal Providencia las somete.

Perdón, oh Dios mío, perdón para los infelices pecadores, por los descreídos, os suplico que se conviertan y que vivan.

Piedad para los enfermos, para los agonizantes y para las almas del Purgatorio.

Fortaleza, consuelo, libertad sobre todo, para aquellos por quienes debo yo orar por justicia, por deber y reconocimiento.

En fin, Dios mío, dignaos dirigir una mirada de misericordia sobre el mundo entero y sobre nuestra patria. Que los depositarios del poder ejerzan para Vuestra mayor gloria y salvación de las almas, la autoridad que habéis depositado por breve tiempo en sus manos.

Que Vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo.

Amén.

9.6.19

Oración a la Santísima Virgen y a los Santos, para después de la comunión


Bienaventurada Virgen María, mirad aquí a Vuestro Hijo, concebido en Vuestro seno inmaculado, dado a luz, alimentado con Vuestra leche, estrechado en Vuestros brazos y cubierto con Vuestras más tiernas caricias. Aquí está Aquel cuya vista Os colmaba de alegría y Os llenaba de dulcísimas delicias... Por un favor inestimable de la Bondad eterna, he sido hoy honrado con su presencia divina; le he recibido en mi cuerpo y en mi alma. Os lo presento con humildad y amor, Os lo ofrezco para que le estrechéis en Vuestros brazos, para que le llenéis de Vuestras caricias, para que le améis, para que conmigo, para que por mí, le adoréis. Más aún: para que se lo ofrezcáis a la Beatísima Trinidad como un supremo homenaje de adoración por mis necesidades y las de todo el mundo, a fin de que las prerrogativas de Vuestra dignidad suplan en esta oblación a lo que no pueden llegar mis pobres méritos.

¡Oh vosotros, santos y santas de Dios!, sobre todo amados Patronos míos, aquí tenéis a vuestro Señor y Esposo, nuestro Señor Jesucristo, que tanto habéis amado en los días de vuestra vida terrenal; acabo de recibirlo en el Santísimo Sacramento, os saludo a todos por Él y a cada uno en particular, y con el fin de acrecentar vuestra alegría y bienaventuranza, os lo ofrezco con todo el amor y con toda la fidelidad que os ha manifestado en el tiempo, y que ahora os manifiesta en la eternidad. Os suplico le adoréis y reverenciéis por mí, y lo ofrezcáis a la Santísima Trinidad por mis necesidades y las de toda la Iglesia, y en acción de gracias por todos los beneficios de que me ha colmado. Que obtenga yo por vuestros méritos y oraciones lo que por mí no puedo obtener.

Amén.

(Santa Gertrudis).

7.6.19

Cántico de Acción de gracias


¡Dios Eterno!, que habéis hecho a Vuestro Cristo pontífice de la creación y ministro de la acción de gracias, que le habéis puesto como mediador entre el cielo y la tierra, encargado de ofreceros sin cesar la Hostia de alabanza y el Cáliz de bendición, permitidme que, unido a Jesucristo oculto en el fondo de mi corazón (y a todos los sacerdotes que celebran en este momento la misa), entonce también en nombre de todas las criaturas el himno de acción de gracias.

Os alabo y Os bendigo, Padre Santo, Trinidad adorabilísima, por todos los bienes concedidos a los hombres mis hermanos, y particularmente a los hijos del Sacerdocio.

5.6.19

Oración de Santo Tomás de Aquino para después de comulgar


Os doy gracias, Señor, Padre Santísimo y Todopoderoso, Dios Eterno, que sin ningún mérito de mi parte, sino solo por Vuestra misericordia, habéis querido saciarme con el sagrado Cuerpo y preciosa Sangre de Vuestro Hijo, nuestro Señor Jesucristo, aunque no soy más que un indigno pecador, y un siervo inútil.

Os suplico que esta comunión no sea cargo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable de perdón; que se anime mi fe, que se confirme mi voluntad en el bien, y me purifique de todos mis pecados; que aumente en mí la caridad, la paciencia, la humildad, la confianza, la mansedumbre, la obediencia, y todas las virtudes; que me defienda contra todos mis enemigos visibles e invisibles; que me una fuerte y únicamente a Vos, que sois mi Dios, y que me conduzca felizmente a la dichosa eternidad.

Hacedme la gracia, Os ruego, de que entre, aunque pecador, al festín inefable, en donde con Vuestro Hijo y el Espíritu Santo, sois la verdadera luz, la entera satisfacción, la alegría eterna, la felicidad verdadera, la dicha consumada de Vuestros escogidos.

Os lo pido por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Así sea.

29.5.19

Elevaciones de una alma entregada toda a Dios


¿Qué daré yo al Señor por las gracias de que me ha colmado? ¡Tomaré el cáliz de salud e invocaré su santo nombre!

¡Señor, Dios de mi vida! ¡Oh amado de mi corazón!, yo no soy más que un despreciable gusano de la tierra, ¿cómo Os saludaré?

¿Cómo cantaré dignamente Vuestras maravillas, yo que no soy sino polvo y ceniza, la misma miseria e impotencia?

¡Ah!, ¡tengo una hostia, hostia de alabanza que reposa en el altar de mi corazón! ¡Con este tesoro pagaré Vuestros beneficios, con esta hostia cantaré Vuestras grandezas y publicaré Vuestras misericordias!

¡Oh, Señor, qué hermosa es mi suerte y qué preciosa la porción de mi herencia!

Vos mismo sois, oh Dios mío, mi porción escogida, mi corona y mi gloria.

Multipliquen los hijos del siglo sus debilidades, abrévense de sangrientas libaciones, tomen el alimento que da la muerte. En cuanto a mí, no tomaré parte en sus embriagadoras locuras. La copa del pecador no se acercará a mis labios, y la iniquidad no tendrá acceso a mi corazón.

¡El Rey ha entrado en su reino; se ha sentado en el trono de mi corazón! ¡Le tengo, es mío! ¡Le tengo y no le dejaré ir!

Ha teñido mis labios con su sangre. Me ha vestido con la vestidura de la inocencia. Ha afirmado mis pasos en el camino recto. Bajo su cetro de amor andaré por los senderos de la vida.

El Señor me rige: nada me faltará. Me conducirá a buenos pastos, entraré, saldré y mi alegría será perfecta.

¡Ah, Señor!, el vino con que llenáis la copa de mi corazón, es para mí una bebida deliciosa. Los perfumes que derramáis sobre mi cabeza, la ennoblecen y la elevan.

Vos destiláis el bálsamo, ¡oh celestial Esposo! La dulzura y la suavidad, la mansedumbre y la misericordia corren con abundancia de Vuestro pecho abierto. De Vuestro abrasado corazón saltan mil chispas, que me traspasan hasta la médula de los huesos y causan un incendio de amor.

¡Oh divino vencedor, lanzad aún Vuestras flechas sobre este gusanillo que Os ama! ¡Que le hieran como una herida incurable!

Hoguera de la caridad que reposáis en mi seno, devorad la víctima y el altar...

Consumid en mí todo lo humano, destruid el hombre viejo; acabad en mí con todos mis enemigos, es decir, con mis sentidos, mis pasiones e inclinaciones desordenadas; reducidlas hasta formar de ellas el escabel de Vuestros pies.

Haceos uno conmigo, y que yo no viva ya, sino que Vos solo, oh Jesús, viváis, reinéis, y triunféis en mí.

Amén.

27.5.19

Oración de San Agustín a la llaga del Sagrado Corazón


Señor mío Jesucristo, Os suplico en nombre de aquella Llaga de amor que habéis recibido por nuestra salvación en la Cruz, y de la cual corrió la preciosa Sangre que nos ha rescatado, que hiráis el alma pecadora de Vuestro siervo, por la cual Os habéis dignado morir; heridla con el dardo de fuego todopoderoso de Vuestra inmensa caridad, para que mi alma Os diga: "¡Estoy herido de amor, de día y de noche corran sobre mi alma abundantes lágrimas!".

¡Oh amor, que ardéis siempre y no os apagáis jamás,
abrasadme!

25.5.19

Acto de ofrecimiento y petición


¡Oh Jesús, Hijo único de Dios, sabiduría infinita y bondad esencial, esplendor del Padre, honor y gloria del Paraíso, cuya vista constituye la felicidad de los ángeles y santos del cielo!, Os adoro en todo lo que sois en Vos mismo y en todo lo que habéis querido ser en Vuestras humillaciones, a causa de la Encarnación y de Vuestra presencia real en el Santísimo Sacramento del altar; en todo lo que sois para la gloria de Vuestro Padre, y en todo lo que queréis ser para nosotros, para nuestras necesidades y nuestra elevación al cielo.

Considero el gran amor que nos tenéis, y el don que nos hacéis de Vos mismo, no solo una vez, sino tantas cuantas queremos; me doy a Vos en acción de gracias, consagrando mi vida y todo lo que soy, por naturaleza y gracia, para honrar todo lo que sois para nosotros en el Santísimo Sacramento del altar; y todos los designios que tenéis particularmente sobre mi alma, a fin de que todos se cumplan en mí, para Vuestra gloria y la de Vuestro Padre, y para mi bien.

23.5.19

Acto de fe y adoración


Os saludo, oh nobilísimo Cuerpo y preciosa Sangre de mi Señor Jesucristo, verdaderamente presente bajo esta apariencia de pan. Os adoro con la misma reverencia y devoción con que los nueve Coros de los ángeles Os veneran y honran. Me postro delante de Vos en espíritu de humillación, creyendo y confesando que Vos, mi Señor y mi Dios, estáis aquí realmente presente.

Os saludo, oh nobilísimo Cuerpo de mi Salvador Jesucristo, verdadera hostia inmolada en la Cruz. Os adoro uniéndome con aquella adoración que Vuestra Humanidad dió a la Divinidad, y Os doy gracias con el afecto de todas las criaturas de haberos dignado anonadaros así por nuestra salvación.

21.5.19

Acción de gracias: Afectos piadosos


Os adoro, oh Jesús mío, que estáis realmente presente en mi corazón.

Os adoro con los Ángeles que Os han acompañado al venir a esta pobre morada y que, sobrecogidos de admiración en vista del abatimiento de Vuestra Soberana grandeza, se postran delante de Vos. Me uno a las adoraciones de los santos, y sobre todo a las que Os rindió la Santísima Virgen María en el día de Vuestra Encarnación, y cuando después Os recibió en la sagrada comunión.

Sí, yo adoro con la fe más viva y el respeto más profundo, Vuestro cuerpo, Vuestra sangre, Vuestra alma y divinidad anonadados en mí, y unidos a la más indigna de vuestras criaturas.

Espíritus bienaventurados que estáis llenos de luces, y os ejercitáis continuamente en las alabanzas de Dios, vosotros que conocéis su grandeza y os regocijáis de su gloria, bendecidle y alabadle eternamente por mí.

Y vos, oh María, Madre de Dios, ¿podríais rehusar a mi alma Vuestras santas bendiciones, viendo que Vuestro Hijo la ha escogido para morar en ella? Colocaos cerca de Él, si Os place, para hacerle compañía y suplir mis faltas, no sea que me abandone.

19.5.19

Acción de gracias para después de la Comunión


Dulcísimo Señor Jesús, me he acercado a Vuestro altar. ¡Me habéis alimentado; Vuestra preciosa sangre ha corrido por mis venas!

¡Alma mía, reanima tu fe y tu amor! Habiendo descendido a tu corazón tu Dios, reposa en él como en un relicario precioso; es, por así decirlo, una misma cosa contigo.

Los Ángeles le rodean y le adoran temblando. ¡Oh!, adórale tú con ellos, desecha cualquier otro pensamiento, ofrece al dulcísimo Salvador Jesús todos los sentimientos que la fe más viva, la humildad más profunda, la caridad más ardiente pueden inspirar a un corazón verdaderamente humilde y reconocido.

16.5.19

Preparación corta para recibir la Sagrada Comunión


Santa Margarita María cuenta: "Un día, dice la santa, que el deseo de recibir a Nuestro Señor me atormentaba, le dije: 'Señor mío, enseñadme lo que queréis que Os diga'. 'Nada - me respondió -, solo estas palabras':

Dios mío, mi único Bien y mi Todo, Vos sois todo para mí, yo soy toda para Vos.

'Ellas te guardarán en todas las tentaciones; suplirán todos los actos que quieras hacer, y te servirán de preparación en tus acciones'".

14.5.19

Aspiraciones de Santa Margarita María


Gran Dios, que adoro oculto bajo estas débiles especies, ¿es posible que Os hayáis reducido a esta vil morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo? ¡Los cielos para alojaros son indignos! y, ¿Os contentáis, para estar conmigo siempre, en estas pobres especies?

¡Oh, bondad inconcebible! ¡Podría yo creer esta maravilla, si Vos mismo no me lo aseguraseis! ¡Podría atreverme a pensar que os dignabais venir a mi boca!

¡Queréis reposar en mi lengua y entrar en mi corazón, y para convidarme me prometéis mil bienes!

¡Oh Dios de la Majestad, pero también Dios del Amor! ¡Cómo podría ser yo todo entendimiento para conocer esta misericordia, todo corazón para agradecerla, todo lengua para publicarla!

Vos, pues, oh Dios de mi corazón, sois quien me ha creado para ser objeto de Vuestro amor y la causa de Vuestras inefables bondades. Los ángeles jamás se cansan de veros, y desean este favor aún gozando de él, y yo, ¡cómo no podría desear el poseeros!...

Puesto que Vos lo queréis, oh amable Salvador, y que mis necesidades me obligan a desearlo, y Vuestra bondad me permite esperarlo, Os abro mi corazón, Os ofrezco mi pecho, mi boca y mi lengua para que vengáis a mí.

Venid, venid oh divino Sol mío. Estoy sumergido en horribles tinieblas de pecados e ignorancias; venid a disipar estas oscuridades y haced brillar en mi alma las divinas luces de Vuestro conocimiento.

Venid, amable Salvador mío. Os entregasteis todo entero para sacarme del infierno, y yo he vuelto a caer miserablemente en la servidumbre del pecado: Venid, pues, otra vez a romper mis ligaduras, a quebrantar mis hierros, y a devolverme la libertad.

Venid, oh Médico caritativo de mi alma. Después de haberme bañado con Vuestra sangre, y haberme hecho en el bautismo más sano y más santo de lo que merecía, he contraído por mi culpa mil peligrosas enfermedades que traen disgusto a mi corazón, debilidad a mi valor, y muerte a mi alma. ¡Venid, pues, a curarme, oh Médico divino! Tengo yo más necesidad que el paralítico, a quien preguntasteis si quería sanar. Sí, Dios mío, lo deseo mucho; y Vos que conocéís la tibieza de este deseo, aumentadlo vivamente en mí por Vuestro santo amor.

Venid, oh el más fiel, el más tierno, el más dulce y el más amable de todos los amigos; venid a mi corazón. Estoy enfermo de peligro, auxíliame, tú que me amas. Vos lo sabéis, que leéis en el fondo de mi corazón: si hasta ahora he sido insensible a mi desgracia e imprudente en mi peligro, ahora lo siento, me lamento, clamo e imploro Vuestro socorro. Os requiero por Vuestra incomparable amistad y Vuestra palabra, que vengáis a aliviarme. Venid, y no permitáis que Os dé motivo para dejarme. Prometedme como a santa Isabel estar siempre conmigo.

¡Venid, oh vida de mi corazón, oh alma de mi vida, oh único sostén de mi alma, oh pan de los ángeles encarnado por amor mío, expuesto por mi rescate, y dispuesto para mi alimento! ¡Venid a saciarme abundantemente! ¡Venid a hacerme crecer altamente! ¡Venid a hacerme vivir de Vos y en Vos, pero eficazmente, oh mi única vida y todo mi bien!

12.5.19

Oración a Nuestro Señor Jesucristo


(Oración de Santa Gertrudis antes de la comunión, cuya gran eficacia le fue revelada):

Amantísimo Señor Jesús, Os suplico, por el amor de Vuestro dulcísimo Corazón, Os dignéis ofrecer por mí a Dios, Vuestro Padre, aquella perfección con que estaba revestido en la hora de Vuestra Ascensión cuando Os presentasteis a Él para recibir la glorificación que Os estaba reservada.

Por Vuestra muy inocente Humanidad, dignaos hacer pura y libre de todo pecado mi alma, que está llena toda de faltas;

por Vuestra divinidad, dignaos enriquecerla y adornarla de todas las virtudes;

por el amor que ha unido Vuestra Divinidad a vuestra inmaculada Humanidad, dignaos prepararla Vos mismo según Vuestro agrado, colmándola de todos Vuestros dones.

Así sea.

10.5.19

Oración de anhelo a la Sagrada Comunión


Señor, confiado en tu bondad y gran misericordia, vengo yo, enfermo, al Médico; hambriento y sediento, a la Fuente de la vida; pobre, al Rey del cielo; siervo, al Señor; criatura, al Creador; desconsolado, a mi piadoso Consolador.

Mas, ¿de dónde a mí tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo?

¿Cómo se atreve el pecador a aparecer delante de Ti? Y Tú, ¿cómo te dignas venir al pecador?

Tú conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que Tú le hagas este beneficio.

Yo Te confieso, pues, mi vileza, reconozco tu bondad, alabo tu piedad y te doy las gracias por tu extremada caridad.

Pues así te agrada a Ti, y así mandaste que se hiciese, también me agrada a mí que Tú lo hayas tenido por bien: ¡ojalá que no lo impida mi maldad!

Señor, con suma devoción y abrasado amor, con todo el afecto y fervor del corazón, deseo recibirte en la Comunión como lo desearon los santos y personas devotas que te agradaron mucho con la santidad de su vida, y tuvieron devoción ardentísima.

¡Oh Dios mío, amor eterno, todo mi bien, felicidad interminable! Deseo recibirte con el deseo más vehemente, y con la reverencia más digna, cual jamás tuvo ni pudo sentir ninguno de los santos. Y aunque yo sea indigno de tener aquellos sentimientos devotos, te ofrezco todo el afecto de mi corazón, como si yo solo tuviese todos aquellos inflamados deseos, que tanto Os agradan.

Señor Dios mío, Creador y Redentor mío: con tal afecto, reverencia, honor y alabanza; con tal agradecimiento, dignidad y amor; con tal fe, esperanza y fuerza deseo recibirte hoy, como te recibió y deseó tu Santísima Madre la gloriosa Virgen María, cuando al ángel que le anunció el misterio de la Encarnación, respondió humilde y devotamente: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Luc., 1, 38).

Os ofrezco, pues, oh dulcísimo Jesús, las disposiciones del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen en el día de Vuestra Encarnación. Os ofrezco también todas las preparaciones, devociones, afectos y amor con que esta bienaventurada Madre y todos Vuestros santos Os han recibido en este adorable Sacramento.

Os ofrezco sobre todo Vuestro divino Corazón, y su infinita dignidad, todas las virtudes y gracias de que la Santísima Trinidad le ha colmado con tanta profusión, a fin de llenar de este modo el abismo de mi bajeza e indignidad, y de prepararos en mi alma la morada más digna y más agradable que podáis desear.

Amén

7.5.19

Acto de adoración


Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi;
Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum.


Os adoro, ¡oh Padre Eterno!, y Os doy gracias por el amor infinito, por el cual Os dignasteis enviar a la tierra a Vuestro Hijo único para rescatarme y hacerse alimento de mi alma. Os ofrezco todos los actos de adoración y acción de gracias que os rinden los ángeles y santos en el cielo y las almas justas en la tierra. Os alabo, Os amo y Os doy gracias con todas las alabanzas, todo el amor y acción de gracias, con las cuales Os alaba, bendice y ama Vuestro Hijo mismo en el santísimo Sacramento; y Os pido le hagáis conocer, amar y honrar de todos; que sea bendecido y recibido dignamente en este divino Sacramento.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Os adoro, ¡oh Hijo Eterno!, y Os doy gracias por el infinito amor con que habéis querido encarnar por mí, nacer en un establo, vivir escondido largos años en un taller, sufrir hambre, sed, frío, calor, penas, tedio, desprecios, persecuciones, golpes, espinas, clavos y la muerte en una durísima Cruz. Os doy gracias con la Iglesia militante y triunfante por la infinita caridad con que habéis instituido el santísimo Sacramento para servir de alimento a mi alma. Os adoro en todas las hostias consagradas en todo el mundo; Os bendigo también por todos los que no Os conocen ni Os bendicen. Quisiera poder dar mi vida para haceros conocer, amar y honrar de todos en este Sacramento de amor, y para impedir irreverencias y sacrilegios. Os amo, ¡oh Jesús mío!, y deseo amaros y recibiros con el amor, la pureza y el afecto de la Santísima Virgen Vuestra Madre, y con el amor y la perfección misma de Vuestro purísimo Corazón. Dignaos, ¡oh Esposo amadísimo de mi alma!, obrar en mí, cuando Os reciba en el Santísimo Sacramento, los efectos por los cuales venís a él, y haced que muera, antes que recibiros indignamente.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Os adoro, ¡oh Espíritu Eterno!, y Os doy gracias por el infinito amor con que habéis obrado el inefable misterio de la Encarnación, y por la caridad infinita con que formasteis el Cuerpo sagrado de Jesús de la purísima sangre de la Virgen María, para darlo luego en el Santísimo Sacramento como alimento de mi alma. Os pido iluminéis mi espíritu, purifiquéis mi corazón y el de todos los hombres, para conocer mejor este gran beneficio de amor y recibir dignamente el Santísimo Sacramento.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Tantum ergo Sacramentum
Veneremur cernui;
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui;
Paestet fides suplementum
Sensuum defectui.
Genitori, Genitoque Laus et jubilatio;
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio;
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio.


Amen.

Panem de caelo praestitisti eis.
Omne delectamentum in se habentem.

Oremus:
Deus, qui nobis sub Sacramento mirabili Passionis tuae memoriam reliquisti, tribue, quaesumus, ita nos Corporis et Sanguinis tui Sacra Mysteria venerari, ut Redemptionis tuae fructum in nobis jugiter sentiamus. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. Amen.

[Indulgencia plenaria, el primer jueves de mes, comulgando y visitando en ese día el Santísimo Sacramento, y orando por las intenciones del Papa. 7 años y 7 cuarentenas, los demás jueves del año, con las mismas condiciones. 100 días por una vez al día].

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