Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

20.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (184)



2. Se siente aquí el espíritu muy apasionado en amor porque esta inflamación espiritual hace pasión de amor que, por cuanto este amor es infuso, es más pasivo que activo, y así engendra en el alma pasión fuerte de amor. Va teniendo ya este amor algo de unión con Dios, y así participa en cierto grado de sus propiedades, las cuales son más acciones de Dios que de la misma alma y se adhieren en ella pasivamente. Dado que aquí el alma lo que hace es dar el consentimiento, de la misma manera que el calor y fuerza, y temple y pasión de amor o inflamación en que va ardiendo el alma, sólo el amor de Dios que se va uniendo con ella se le pega. El cual amor tanto más lugar y disposición halla con el alma para unirse y obrar en ella cuanto más encerrados, enajenados e inhabilitados le tiene todos los apetitos para abstraerse de gustar ni de cosa del cielo ni de la tierra.

3. Lo cual en esta oscura purgación, como ya queda dicho, ocurre en gran manera, pues tiene Dios tan desprendidos del alma los gustos y tan recogidos, que ella no puede gustar de cosa que ellos quieran. Todo lo cual hace Dios a fin de que, apartándolos y recogiéndolos todos para sí, tenga el alma más fortaleza y habilidad para recibir esta fuerte unión de amor de Dios, que por este medio purgativo le comienza ya a dar, en donde el alma ha de amar con gran pasión de todas las fuerzas y apetitos espirituales y sensitivos del alma, algo que no podría ser si esos apetitos se derramasen y diluyesen en gustar de otra cosa. Precisamente por eso, para poder David recibir la fortaleza del amor de esta unión de Dios, decía a Dios (Sal. 58, 10): "Mi fortaleza guardaré para ti", esto es, de toda la habilidad y apetitos y fuerzas de mis potencias, no queriendo emplear su operación ni gusto fuera de ti en otra cosa.

4. Según esto podríamos empezar ya a considerar cuánta y cuán fuerte puede llegar a ser esta inflamación de amor en el espíritu, donde Dios tiene recogidas todas las fuerzas, potencias y apetitos del alma, así espirituales como sensitivas, para que en toda esta armonía emplee sus fuerzas y virtud en este amor, y así venga a cumplir de veras con el primer precepto el cual, no desechando nada de los hermanos ni excluyendo cosa suya de este amor, dice (Dt. 6, 5): "Amarás a tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu mente, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas".

5. Recogidos aquí, pues, en esta inflamación de amor todos los apetitos y fuerzas del alma, estando ella herida y tocada respecto a todos ellos, y apasionada, ¿cuáles podremos entender que serán los movimientos y digresiones de todas estas fuerzas y apetitos, viéndose inflamadas y heridas de fuerte amor y sin la posesión y satisfacción completa de ese mismo amor, en oscuridad y duda? Sin duda se encontrarán entonces en un estado como padeciendo hambre, como los canes, que dice David (Sal. 58, 7, 15-16) rodearon la ciudad y, no terminando de estar hartos de este amor, quedaron ahullando y gimiendo. Porque el toque de este amor y fuego divino de tal manera seca al espíritu y le enciende tanto los apetitos por satisfacer su sed de este divino amor, que el alma da mil vueltas en sí y se ve de mil modos y maneras anhelando a Dios con la codicia y deseo del apetito. David da muy bien a entender esto en un salmo (62, 2), diciendo: "Mi alma tuvo sed de ti: ¡cuán de muchas maneras se ha mi carne a ti!", esto es, en deseos. Y otra traducción dice: "Mi alma tuvo sed de ti, mi alma se pierde o perece por ti".

6. Esta es la causa por la que dice el alma en el verso que "con ansias en amores inflamada" y no dice: "con ansias en amor inflamada", porque en todas las cosas y pensamientos que en sí revuelve y en todos los negocios y cosas que se le ofrecen ama de muchas maneras, y desea y padece en el deseo también a este modo en muchas maneras en todos los tiempos y lugares, no sosegándose en elementos, sintiendo esta ansia en la inflamada herida, según el profeta Job (7, 2-4) lo da a entender diciendo: "Así como el siervo desea la sombra y como el mercenario desea el fin de su obra, así tuve yo los meses vacíos y conté las noches prolijas y trabajosas para mí. Si me recostare a dormir, diré: ¿cuándo me levantaré? Y luego esperaré la tarde, y seré lleno de dolores hasta las tinieblas de la noche".

Se le hace a esta alma todo angosto, no cabe en sí, no cabe en el cielo ni en la tierra, y se llena de dolores hasta las tinieblas que aquí dice Job, hablando espiritualmente y a nuestro propósito: esperar y padecer sin consuelo de cierta esperanza de alguna luz y bien espiritual, como aquí lo padece el alma. De donde el ansia y pena de esta alma en esta inflamación de amor es mayor por cuanto es multiplicada por dos partes: por una, de parte de las tinieblas espirituales en las que se ve, que con sus dudas y recelos la afligen. Por otra parte, del amor de Dios que la inflama y estimula, que con su herida amorosa ya maravillosamente la atemoriza.

7. Estas dos maneras de padecer en semejante sazón da bien a entender Isaías (26, 9), diciendo: "Mi alma te deseó en la noche", esto es, en la miseria, siendo ésta una manera de padecer de parte de esta noche oscura. "Pero con mi espíritu" -dice- "en mis entrañas hasta la mañana velaré por ti", y ésta es la segunda manera de penar en deseo y ansia de parte del amor en las entrañas del espíritu, que son las afecciones espirituales.

Pero en medio de estas penas oscuras y amorosas siente el alma cierta compañía y fuerza en su interior, que la acompaña y refuerza tanto que, al terminarse este peso de apretada tiniebla, muchas veces se siente sola, vacía y débil. Y la causa es entonces que, como la fuerza y eficacia del alma era contactada y comunicada pasivamente del fuego tenebroso de amor que en ella embestía, de aquí se desprende que, cesando de embestir en ella este fuego, cesa la tiniebla y la fuerza y calor de amor en el alma.







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