Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

15.9.19

Último cuarto de hora de la Hora Santa


"Ya el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos".

Jesús había orado tres veces diciendo: "Padre, si es posible, pase de mí este cáliz", añadiendo luego: "No se haga mi voluntad, sino la Vuestra". Ahora bien, esta voluntad santa era que el adorable agonizante muriese, "porque la muerte es la paga del pecado".

"Levantaos - dijo a sus discípulos -, y vamos". "¿A dónde, mi dulce Maestro y Señor". "Al beso de Judas, al Pretorio, a la Columna, al Calvario, al patíbulo infame...". Y, adelantándose a la tropa enemiga que viene a prenderle: "¿A quién buscáis?", - les preguntó. "-A Jesús de Nazaret...". "Yo soy".

¡Oh gran Combatiente de amor! ¡Oh Luchador magnánimo que nos convidáis a seguiros! "Henos aquí", vuestros adoradores Os escoltarán debidamente, subirán con Vos a la montaña santa de los dolores, que es "el monte de los amantes". Bajo Vuestras órdenes, oh Rey inmortal de los siglos, queremos pelear el buen combate, vencer al príncipe de las tinieblas, triunfar del mundo, y morir resueltamente a nosotros mismos, a fin de vivir solo para Vos.

"Vamos y muramos con él".

Transportémonos en espíritu al Calvario. Adoremos al divino ajusticiado expirando en el árbol de la Cruz: Él es el Amor muerto de amor. ¿No viviremos en adelante para amarle únicamente? Sí, en retorno entreguémonos todos a Jesús, y por Él, con Él y en Él, al beneplácito divino.

Unamos nuestras pobres inmolaciones a su continua inmolación en el altar. Volvamos sacrificio por sacrificio, amor por amor, al Corazón herido de Jesús, y entremos en seguimiento de la Santísima Virgen María, San Juan y Santa María Magdalena, en su Llaga adorable, para no salir jamás de ella.

Haec Requies Mea.

Haec requies mea in saeculum saeculi; hic habitabo, quoniam elegi eam.

Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos;
no ando tras las grandezas,
ni en cosas demasiado difíciles para mí;

sino que he calmado y acallado mi alma;
como niño destetado en el regazo de su madre,
como niño destetado reposa en mí mi alma.

Espera, oh Israel, en el Señor,
desde ahora y para siempre.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com